En uno de los juicios más grandes y conmovedores celebrados en Australia en los últimos tiempos, 14 miembros de una secta religiosa han sido declarados culpables de homicidio este miércoles por la muerte de Elizabeth Rose Struhs, una niña de 8 años que falleció en enero de 2022 debido a la falta de insulina. Los padres de la menor, Jason Richard Struhs y Kerrie Elizabeth Struhs, junto con otros 12 integrantes del grupo conocido como "los Santos", le negaron el tratamiento médico a la menor que le habría salvado la vida, informa el periódico local Brisbane Times.
Elizabeth padecía diabetes tipo 1 y murió en su casa en Toowoomba, al oeste de Brisbane, mientras yacía tumbada en un colchón en el suelo. Según los testimonios presentados en el juicio, sus padres y los demás miembros del grupo creían en el "poder sanador de Dios" y rechazaron administrarle la insulina que necesitaba, confiando únicamente en la fe para su curación
El líder del grupo, Brendan Luke Stevens, de 63 años, fue una figura central en el caso. Stevens, quien presionó a otros miembros para que no proporcionaran insulina a Elizabeth, defendió sus creencias durante una entrevista con la policía, afirmando que la Biblia los exhortaba a confiar en Dios y no en la medicina moderna. "Pusieron toda su confianza en Dios", declaró el juez Martin Burns al leer extractos de la entrevista. Stevens también argumentó que Elizabeth había expresado en múltiples ocasiones que no quería tomar insulina, una afirmación que fue respaldada por los padres de la niña.
El juicio, que duró nueve semanas y se llevó a cabo sin representación legal por parte de los acusados, culminó con el veredicto del juez, quien encontró a los 14 miembros culpables de homicidio. Aunque Jason Struhs y Stevens enfrentaban cargos de asesinato, fueron declarados culpables de homicidio debido a que no se pudo probar que supieran que sus acciones resultarían en la muerte de la niña.
En su sentencia de 469 páginas, el juez Burns criticó duramente a Kerrie Struhs, describiendo su conducta como una "grave culpa moral y desprecio por la vida humana". Además, señaló que la "abdicación total" de los padres de su deber legal hacia su hija constituía una desviación flagrante del estándar de cuidado que cualquier persona razonable habría observado.
Fuera del tribunal, Jayde Struhs, la hermana mayor de Elizabeth, expresó su dolor y frustración, afirmando que el sistema había fallado en proteger a su hermana. "Estamos aquí hoy sólo porque no se hizo más antes para protegerla o sacarla de una situación increíblemente insegura", declaró.
Stevens, por su parte, continuó defendiendo sus creencias durante la entrevista con la policía, cuestionando por qué los padres de otros niños que mueren en hospitales no son procesados. "Ella no quería estar en el hospital y quería confiar en Dios, al igual que su padre y su madre... ella no paga el precio. Una persona muerta no paga el precio", dijo.
Los acusados serán sentenciados en una fecha posterior, mientras el caso ha generado un amplio debate sobre los límites de la libertad religiosa y la responsabilidad de los padres en el cuidado de la salud de sus hijos.