China ha mostrado este jueves su frontal rechazo a la nueva ronda arancelaria de Donald Trump, que eleva los gravámenes a los productos importados desde el gigante asiático un 34% adicional. "China insta a Estados Unidos a levantar inmediatamente las medidas arancelarias unilaterales y a resolver adecuadamente las diferencias con sus socios comerciales mediante un diálogo", ha anunciado en la mañana del jueves (hora local) un portavoz del Ministerio de Comercio, según recoge CCTV. Pekín, advierte, "adoptará resueltamente contramedidas para salvaguardar sus propios derechos e intereses".
El comunicado es duro y breve. Denuncia que Washington ha hecho "caso omiso" de los equilibrios alcanzados en negociaciones durante años, y asegura que también Estados Unidos se ha beneficiado del comercio internacional. Critica que los nuevos gravámenes se sustentan sobre "valoraciones subjetivas y unilaterales", "no se ajustan a las normas del comercio internacional" y constituyen una "práctica típica de intimidación unilateral".
Desde la llegada del magnate a la Casa Blanca, Washington ha golpeado a la República Popular con tasas adicionales de un 20%. El nuevo 34% recién anunciado se añade a esta cifra previa, lo que eleva el total al 54%, además de los aranceles a productos específicos impuestos por Trump en su primer mandato y por la Administración de Joe Biden después.
Además, el decreto del republicano, anunciado con el aire bombástico de los grandes momentos de la civilización, ha incluido el sellado de uno de los agujeros por donde se colaban buena parte de los productos chinos en Estados Unidos. Hasta ahora, las importaciones de menos de 800 dólares se beneficiaban de la llamada exención de minimis, por lo que quedaban exentas de pagar tarifas aduaneras. Esta vía ha sido aprovechada por gigantes chinos del comercio electrónico como Temu, Shein o Alibaba, para enviar mercancías a sus clientes estadounidenses. Desde el 2 de mayo, esos productos serán gravados con un 54%.
China cree que estas medidas ponen en peligro la economía mundial y la estabilidad de las cadenas de producción y suministro. "En una guerra comercial no hay ganadores", concluye el citado portavoz.
Se ha pronunciado sobre el asunto también Guo Jiakun, portavoz chino de Exteriores, en una comparecencia rutinaria. Guo ha hecho un llamamiento a que Washington corrija sus "errores" y ha instado a resolver las disputas mediante consultas. "Está muy claro que más países han expresado su oposición a las prácticas unilaterales de intimidación de Estados Unidos", ha dicho, según ha recogido el diario hongkonés South China Morning Post.
La respuesta sigue de momento el guion que ha mantenido la República Popular con cada uno de los zarpazos tarifarios anteriores. Tras las dos andanadas previas, el Gobierno chino envió primero un mensaje contundente de rechazo, y solo anunció las contramedidas a los pocos días, pero no por medio de los grandes líderes, sino mediante portavoces anónimos o casi; de forma rápida, pero sin mostrar urgencia. Y en ningún caso por redes sociales.
Las réplicas han sido, además, limitadas, lo que hasta ahora ha sido interpretado como una disposición al diálogo y la negociación por parte de las autoridades comunistas. China ha respondido con aranceles de entre el 10% y el 15% a numerosas partidas estadounidenses, desde productos de la industria agroalimentaria a los energéticos y las manufacturas por valor agregado de unos 35.000 millones de dólares (casi 32.000 millones de euros). Esa cifra queda muy por debajo de los aranceles impuestos por el país norteamericano a la totalidad de los productos importados de China sin distinción, cuyo valor ronda los 440.000 millones de dólares (unos 405.000 millones de euros).
Además, Pekín ha restringido las exportaciones a 15 empresas estadounidenses vinculadas a la defensa y seguridad por su potencial doble uso civil y militar. Ha añadido compañías a la lista de entidades no fiables, lo que permite a Pekín imponer medidas punitivas. Y ha anunciado, también, una investigación antimonopolística a Google y una restricción a las exportaciones de minerales críticos clave —un mercado que domina— en la producción de tecnología y armamento. También ha denunciado ambas rondas de aranceles ante la Organización Mundial del Comercio (OMC).