Hace unas cuantas noches, pudimos ver en un programa por Globovisión al teatrero Javier Vidal, quien cuando le preguntaron si había vuelto a escenificar algún desnudo como el de Homicidio culposo, comentó: “este como que vio la película en TVES”
Me pareció interesante que un personaje de lo más destacado intelectualmente del momento actual del arte escénico en Venezuela, de quien presumo cualquier inclinación política menos chavista, rápidamente, tratándose de la exhibición de una obra, expresión de la historia de nuestra cinematografía, le viniera a la mente esta televisora de la revolución bolivariana.
Porque esa ha sido una de las características relevantes de este canal venezolano; la presencia permanente de buen cine nacional, latinoamericano y mundial en su programación. Acompañado frecuentemente por comentaristas y presentadores que de una manera accesible nos ayudan a comprender y conocer este arte de nuestros tiempos. Lo cual establece una diferencia radical del resto de la televisión del país.
Es decir, aprender, formarnos. Ello unido a un marcado interés por la difusión de documentales y cortometrajes de multiplicidad de temas, así como verdaderos programas para niños, donde se les respeta y aporta en su formación para la vida. Bajo el lema sencillo y sin estridencias de “LA BUENA TELEVISIÓN”
Ese es el proyecto; hacer una buena televisión y en cierta medida y aunque falta mucho camino por andar, a través de TVES ya se está haciendo buena televisión. Aunque los patrones y arquetipos de los modelos estereotipados que llevan décadas imponiéndose a nuestros gustos, así como las evidentes limitaciones en cuanto a los recursos, no nos permitan todavía darnos cuenta de que ya a estas alturas estamos ante un fenómeno radicalmente transformador del medio televisivo. Hay demasiada costumbre, demasiado acondicionamiento de por medio.
No podía ser de la noche a la mañana que como por arte de magia lográramos hacer la nueva televisión que se requiere en tiempos de revolución. Recuerdo cuando le preguntaron a la primera directora de TVES, si ella tenía alguna experiencia en área de la televisión a lo que esta respondió de manera si se quiere algo autosuficiente: “Yo soy periodista”. Pues parece que no fue suficiente. El fenómeno televisivo obviamente trasciende lo meramente periodístico.
Como dijimos, esto apenas está comenzando. Esa poderosa herramienta para la formación (o deformación según el caso) cultural, política y social del pueblo, forma parte así mismo de la llamada infraestructura ideológica. Su condición de herramienta revolucionaria, se dará solamente en la medida en que se desarrolle la revolución misma. Unos medios comunicacionales insertados cabalmente en la dinámica social, al servicio del día a día de las luchas del pueblo será la forma de conseguir el nuevo lenguaje para los nuevos tiempos. Y eso lo iremos logrando en la medida de que se haga revolución.
Nos alegramos mucho cuando conocimos de la incorporación de Winston Vallenilla al torrente revolucionario. Como cuando todos y todas y cada una de los artistas de cine, teatro y televisión que lo han hecho. Como cualquier hijo o hija de la Patria de cualquier nivel u ocupación.
La dirección revolucionaria incurrió repetidas veces en el error de creer que por ser estos personajes harto conocidos, ello los colocaría en sitiales de las preferencias electorales. Y la mayor parte de las veces dimos con el fracaso. Pareciera que no terminan de darse cuenta de que la televisión ha dejado de ejercer esa acción hipnótica sobre nuestro pueblo, que ya deslinda mucho más sabiamente entre lo que es un cuadro revolucionario o político y un personaje artístico.
Winston es un hombre proveniente de una familia de gente que ha participado en la televisión desde sus comienzos. Es un hombre de televisión y sus acciones y posiciones políticas dan muestras de que se está formando como un revolucionario. Pareciera acertada su escogencia por el gobierno bolivariano para la Dirección de este importante proyecto comunicacional de la revolución.
La comunicación como negocio o la comunicación como servicio he allí la diferencia. TVES no es una televisión panfletaria, es un medio de comunicación que respalda totalmente al proceso que la ha generado, al tiempo que evidencia un esfuerzo por aportar calidad cultural y humana al pueblo venezolano.
Es un nuevo escenario. Para el cual lo primero que se necesita es desprenderse de arrogancias y prepotencias y abrir la mente, el espíritu y las capacidades para aprender. Aprender de la realidad, del pueblo en sus experiencias, aventurarse, porque le han puesto en las manos lo que podría ser el tesoro comunicacional de esta revolución.
Ojala que pudiera ser a tiempo completo para que pueda dedicarse en cuerpo y alma a hacer cada vez más realidad “La buena televisión”. Cada vez mejor televisión. Ojalá que nuestra institucionalidad deje de ver a TVES como la cenicienta del Sistema Nacional de Medios Públicos y se le aporte la fuerza de un proyecto de la trascendencia histórica de esta televisora y ojalá que poco a poco los venezolanos vayamos aprendiendo a hacer buena televisión, la televisión del hombre nuevo.