Aporrea se ha convertido en una página de lectura obligada para el interés nacional en lo social, político y económico. Es un baremo situacional. En ella vierten sus razonables o viscerales escritos, una variopinta gama de individuos o grupos sectoriales que están enmarcados dentro de una escala socialista o chavistas, con diferentes grados o trazas ideológicas de anexión al proceso. Todos nos atribuimos la razón, porque es la nuestra la que ponemos y como tal está expuesta al escrutinio, al disenso, a la crítica o al respaldo. También hay los que utilizan este espacio telemático, para denostar de manera personal más al escritor que lo escrito, creándose una suerte de cadena de dimes y diretes que sería mejor que lo hicieran por una red social más personal. Pero bueno, Aporrea da para todos, para los que se van, los que llegan, los que se quedan y los intermitentes, para los doctos, los sabios, los gurúes, los poetas y los locos.
Pero, ahora resulta que Aporrea como un todo y a pesar de la amalgama de pensamientos y visiones, la han calificado “calificados” comunicadores, políticos y gente del gobierno, como una tribuna contrarrevolucionaria. ¡Carajo! ni Globovisión, ni el Nacional, ni La Patilla, ni Noticiero Digital, ni cualquier medio desestabilizador que emiten tanta basura mediática, le encasquillan tantos y ni tan seguidos epítetos alevosos. Si por mi fuera, le escribiría unas cuantas verdades (la mía) a algunos articulistas que diariamente publican un ambiente venenosamente desolador o en el otro extremo, a los que emiten un parte muy optimista que raya en una miserable zalamería. Pero los leo, a ellos, a los más moderados, a todos los que pueda. La culpa de esta página y quienes la dirigen es publicar y lo que se publica tiene que ver con el acontecer y el devenir nacional. Unos dirán, este es otro adulador porque le publican sus peroratas, tal vez. Pero como yo, muchos de los que opinan aquí somos los anónimos a los que se nos permiten expresar lo que no queremos que sea ignorado, porque otros espacios creados en revolución se han achicado o nos confunden. Y con suerte, nuestra expresión será leída y analizada por algún “mando revolucionario” que la tome como importante, para hacer algo con ella. El compañero presidente Nicolás Maduro al igual que el Camarada Comandante Chávez han reconocido que el hecho comunicacional, el mensaje emitido impreciso y hasta confuso y la desconexión con el pueblo de manera mediática, ha sido nuestro talón de Aquiles y esta carencia o falla nos ha dado duro y este seis de diciembre ha sido más que relevante en el resultado.
Dentro de poco, el 21 de este mes, cumpliré diez años de estar publicando mis aportes en Aporrea y aunque se me ha permitido divulgar en otros espacios virtuales, radiales y en papel, ver el dinamismo de Aporrea como una plaza informativa y de opinión es incuantificable. Por eso, hoy más que nunca viendo la instalación de esa salvajada golpista que es ahora la Asamblea Nacional, que cierra el Capitolio al pueblo, se debe promover en este espacio y en todo espacio virtual, radioeléctrico, escrito o vivencial, que el soberano y el gobierno deben salir a la calle a recuperar no solo el poder legislativo, sino el poder popular que se encuentra entumecido.
La Asamblea Popular Revolucionaria (APORREA) debe estar más abierta para que sigamos exponiendo y reconocimiento nuestros caros errores y que las tres R o las cuatro o las cinco o como se quiera llamar, sirvan para enfrentar lo que nos viene, que no pinta nada bien si no somos nosotros los que tenemos la brocha.
Sin el legado de Chávez no hay Revolución y todos somos Chávez en esta Revolución.