En Colombia, en el marco de lo que es la campaña rumbo a las elecciones presidenciales para el próximo año, se está dando uso a la figura de Hugo Chávez para contraponerla de forma negativa a opciones referidas como de izquierda, sobre todo a la que representa Gustavo Petro (aunque él rechaza el termino y dice que la política se divide en cuestiones de vida o muerte), que según algunos sondeos tiene buenos niveles de aceptación entre las preferencias. Se está usando muchos videos, entrevistas o comentarios del Chávez de los 90 que vale recordar planteaba “La tercera vía”, que llegó a decir que Cuba era una dictadura o incluso que en sus planes no estaba nacionalizar nada. Todo esto se hace con la finalidad de hacer ver que los llamados “izquierdistas” o incluso “socialistas” primero se muestran tiernos como ovejitas pero que realmente son lobos feroces y hambrientos.
En esa tarea están involucrados muchos, incluso se pueden contar sectores que critican el sistema político colombiano pero que a la vez llevan en sus entrañas un antisocialismo o anticomunismo que ya ni ellos mismos saben cómo explicarlo. Y creemos que el mismo Petro no tiene consistencia para pasar a la ofensiva respecto al tema, alimentando las dudas entre jóvenes, trabajadores y toda una variedad social en un país donde existe una desconfianza total hacia un sistema corrupto, cínico y absolutamente deslegitimado, porque el ex alcalde de Bogotá también tiene una visión superestructural de lo que fue el proceso bolivariano y en el que Chávez apenas significó un logro más, donde se manifiesta una de las contradicciones que por desgracia para el mismo proceso bolivariano no se logró resolver en función de los intereses de los trabajadores y el pueblo venezolano en general pues la dirección política encarnada en el comandante no era una dirección revolucionaria.
Que Chávez no era dirección revolucionaria, en gran medida es parte de la crisis que estamos pagando hoy en Venezuela, pues en la chiquita la democracia participativa y protagónica también entraba en pugna con él mismo, que luego terminaba apostando por la idea de partido único, por el control desde el Estado de los sindicatos o imponiendo a los candidatos de su preferencia en cada proceso electoral y así de igual forma la PDVSA llamada “socialista” no se discutía con los trabajadores sino que era pensada para que Rafael Ramírez y compañía la ejecutase y ya sabemos las consecuencias, sin dejar de mencionar que en la medida que se encumbraba la figura del primer dirigente, la llamada izquierda tradicional fue incapaz de construir nada que hubiese permitido al poder constituyente hacerse parte de una lucha a fondo por levantar un programa anticapitalista y antiburocrático en la revolución bolivariana. Esa izquierda es la que hoy no tiene más opción que cerrar filas con Maduro.
En Venezuela se abrió un proceso de ruptura con el pacto de punto fijo que recibió una respuesta popular el 27 de Febrero de 1989 y cuyo fenómeno terminó colocando a Chávez en Miraflores 10 años después. Era un proceso vivo y dinámico que empujaba al entonces ya presidente al son de los cambios históricos que iba exigiendo la dinámica y esos cambios traían consigo la refundación de la república, nueva constitución, nuevas leyes en materias de tierra, hidrocarburos, etc. Es lo que explica porque Chávez pasa de la “Tercera vía” de Blair a posiciones que iban de frente contra el capital y no una fábula de ovejas y Lobos. Era un fenómeno de masas en asenso sobre el que se sustentaba la política progresista de Chávez a quien incluso terminó rescatando luego de un golpe de Estado. Movimiento de masas por cierto que por entonces aún no había sido cooptado ni clientelizado, lo que ha sido parte del éxito de la burocracia psuvista que hoy sigue usando el discurso “revolucionario” y “socialista” cuando está aplicando un ajuste de desmontajes de los logros y conquistas en materias sociales, laborales, económicas, democráticas y políticas del pueblo venezolano y nos ha llevado a la descomunal crisis por la que estamos pasando. Maduro y el PSUV son tan capitalistas como lo es Santos o Uribe.
Entonces, eso no tiene nada que ver con la posibilidad de que Petro termine en la presidencia de Colombia. No es la ola ascendente de un movimiento popular y alternativo lo que está colocando al nativo de Ciénaga de Oro en la carrera presidencial, quien por cierto tendría que bajar más a tierra la aplicación de un programa de gobierno que implica la superación de la segregación social, adaptación de la sociedad al cambio climático o la lucha contra el extractitivismo en un país donde hay tratados de libre comercio firmados con Estados Unidos, Unión Europea, Canadá, Israel o Corea del Sur y sobre todo como llevar adelante tales iniciativas donde hace vida un Estado tan represivo y militarista, que además es fundamental en la región para la aplicación y desarrollo de consensos como el de los “Commodities” que significa una reprimarización de las economías o el despojo y la concentración de tierras, recursos y territorios por las grandes corporaciones del capital mundial.
No se trata tampoco de abrirle paso al escepticismo, que es lo que terminan haciendo los “anti-status” que a la vez son “anti-chavistas del status”, pero sí de aportar en la necesidad de poder construir una verdadera fuerza social y política sin caudillismo, plural, democrática, amplia y que proponga discutir los verdaderos problemas de la gente. No se puede plantear una disputa contra el orden establecido solo con redes sociales y sin esa estructura que sintetice un nivel de conciencia que se empieza a ganar a partir del cuestionamiento a un modelo impuesto a punta de sangre, y a esa indignación que se levanta tampoco se le puede responder como Petro lo hizo en la Plaza Bolívar de la capital hace dos años cuando mandó a la gente para sus casas. De igual forma es necesario tener una política de unidad hacia otros factores, la cual se debe hacer en torno a un programa dirigido a las mayorías empobrecidas, sin falsas promesas, pero convocándoles a que se hagan parte con sus propuestas, con perspectivas incluso más allá del tema electoral.
Post: En un próximo articulo me comprometo a desarrollar más sobre la contradicción de hasta donde reivindico a Chávez y en donde cabe la mayor parte de las críticas que develan su responsabilidad ante la situación que estamos pasando en Venezuela y como de ahí se han desprendido las posiciones que hemos asumido en la organización Marea Socialista.