"La primera de todas las fuerzas es la opinión pública".
Simón Bolívar.
En Méjico, ay Méjico, está reunida la Sociedad Interamericana de Prensa. El ministro William Lara les desmontó el discurso antes que lo emitieran, en un acto profético de verdadera información veraz y responsable.
Hay que ser demasiado cínicos de ir hasta Méjico a darle reconocimiento público, notorio e internacional a una elección fraudulenta de un presidente disminuido por la falta de ética de quien se siente por la voluntad del imperio, dirigente de una gran nación como es Méjico.
Dice un viejo dicho popular venezolano que los burros de un mismo pelaje se buscan para rascarse. Asdrúbal Aguiar, el antiguo ministro cierra medios de información, es el vocero del comando de la resistencia ante la Sociedad Interamericana de prensa, para conseguir la condena de Venezuela, su propio país.
Mientras tanto, todos y cada uno de los periodistas asalariados y asalariadas de nuestro país, repetirán automática e irreflexivamente el discurso que les impongan desde las mesas de redacción de los medios en los cuales trabajan. Esas líneas editoriales vienen desde el imperio a través de las transnacionales de la información y están bien pagadas.
Que mala memoria tienen muchos periodistas venezolanos y venezolanas ¿no recuerdan las acciones que Asdrúbal Aguiar ejecutó contra los medios y contra muchos periodistas? No puede ser que quienes escriben la historia en el día a día de los aconteceres puedan tener tan poca ética y tan escasa vergüenza.
Siempre digo a los estudiantes de Comunicación Social, en las materias de Medios Alternativos de Comunicación y Comunicación y Comunidad, que lamentablemente somos una cosa como estudiantes, cuando criticamos el amarillismo de muchos medios y su evidente falta de ética. Otra cosa somos cuando nos graduamos y nos enfrentamos a las empresas de información en las cuales vamos a trabajar y a recibir un sueldo.
Muchos de nuestros colegas, en la cuarta república se jactaban de ser gente de izquierda, para poder aparentar que eran intelectuales con formación ideológica. Era para ejercer el papel de críticos de los gobiernos adecos-copeyanos, sin embargo ahora los evocan como modelos de democracia y de libertad de expresión. Tal cual, algunos antiguos dirigentes de la izquierda de la cuarta república que ahora están casados con el neoliberalismo y con la ultraderecha golpista después de su paso por el socialcristianismo de derecha.
No habrá sorpresas en esta ni en las futuras reuniones de la Sociedad Interamericana de Prensa. Tampoco ha habido nada distinto en asambleas pasadas de los dueños de los medios de comunicación en todo nuestro continente. Lo mismo que dijeron hace ocho años, es lo mismo que dirán este año y lo mismo que dirán dentro de dos, tres o diez años.
Mientras tanto siguen muriendo niños, niñas, jóvenes y ancianos en el medio oriente y en Afganistán. Mientras tanto se nombran a dedo imperial los presidentes de Perú y Méjico, se sigue asesinando a dirigentes campesinos venezolanos sin que los periodistas y los medios venezolanos denuncien estos crímenes contra la humanidad.
Un gran sector de los periodistas venezolanos y venezolanas están de rodillas frente a los sueldos y beneficios recibidos de las empresas periodísticas. Las televisoras y los periódicos representan la verdadera mordaza que ellos quisieron endosar a la Ley Resorte. Todos y todas los comunicadores sociales que trabajan en los medios saben cuales son las verdaderas presiones que sufren para impedir que salgan en periódicos, televisoras y radios privadas las noticias positivas del gobierno de Hugo Chávez Frías. Algún día la historia y la misma sociedad les demandarán su verdadero rol y los condenará irremediablemente al olvido.
Hoy es Asdrúbal Aguiar, ayer fue Marcel Granier, mañana será otro u otra, pero todos y todas recitaran el mismo discurso imperialista, porque son financiados desde sectores económicos, financieros y políticos de la ultraderecha internacional tal como se descubrió recientemente con muchos periodistas anticastristas mayameros que vendieron su conciencia por unos cuantos dólares.
Lo que debería la Sociedad Interamericana de Prensa, es exigir a Asdrúbal Aguiar que pueda explicar el cierre a medios y de programación, la persecución a periodistas en el gobierno de Rafael Caldera, del cual el fue cómplice y ejecutor. El fue el ministro de comunicación en un gobierno que perseguía a brujos y agoreros y que sometía a muchos periodistas de izquierda, ahora furiosos antichavistas, a juicios militares y a detenciones arbitrarias sin que se cumplieran los debidos procesos.
Que lástima que muchos de nuestros periodistas no se acuerden que fueron cobardemente intimidados sin que la Sociedad interamericana de prensa, hiciera algo por ellos y ellas.
¡El pueblo nunca olvida!