El Ojo que TV

“El ojo que ves, no es ojo porque lo veas….es ojo porque te ve” Antonio Machado.

Todavía muchacho, mi tía Panchita Soublette puso en mis manos un recorte de prensa con un artículo de Aníbal Nazoa. Allí “Matías Carrasco” en su “acalorada” crónica, contaba de una reunión que por allá a comienzos de los cincuenta, realizaron en Caracas un grupo de artistas e intelectuales, con el objeto de discutir y establecer lineamientos para el mejor aprovechamiento de la Televisión. El prodigioso invento que pronto llegaría a Venezuela.

Según el sanjuanero, buen rato pasaría el iluso cónclave disertando sobre la forma en que el novedoso medio se utilizaría para el beneficio de la cultura y el desarrollo de nuestro pueblo. Cuando de pronto un hombre se puso de pié y les dijo: “Señores, la televisión es un negocio y como tal será y hará lo que los dueños del negocio quieran que sea y haga” Ese señor era nada más y nada menos que Renny Ottolina.

Pero si hubo intentos porque no fuera un mero negocio privado. Probablemente dentro de estos lineamientos nació la Televisora Nacional canal 5, creada en el año 1952 por el gobierno de Marcos Pérez Jiménez, la cual muy rápidamente fue arropada por el ímpetu, la capacidad tecnológica y en fin el billete de la televisión privada. Recordemos que en aquellos tiempos hasta el Gobierno era negocio privado

En 1953 nacieron Radio Caracas Televisión y Televisa, que después se convertiría en Venevisión y así fueron surgiendo las que se mantuvieron y las que desaparecieron. Entre estas últimas estuvo el canal 13 de Valencia que después se convertiría en Venezolana de Televisión, la cual estuvo a punto de ser cerrada por la canalla fascista y que ahora la revolución bolivariana tiene el gran reto de hacerla una excelente televisión y al servicio del pueblo. Al fin y al cabo el verdadero dueño del negocio.

El llamado “mago con el rostro de cristal” fue convirtiéndose en un verdadero monstruo que, al igual que en todo el mundo llegó a ejercer un poder omnímodo sobre las mentes y los espíritus de la gente. El dueño de las voluntades, el todo poderoso regidor, censor, legislador, gobernador, el poder omnipotente del capitalismo.

Dentro de la cantidad de hechos extraordinarios que indican que en Venezuela se desarrolla una verdadera revolución, uno de los más importantes es la derrota del poder de los medios de comunicación privados. Victoria sin precedentes para el momento en el mundo capitalista. En Italia, Francia, Brasil y en casi todas partes del mundo, sobran ejemplos de la forma en que los medios privados de comunicación dominan la política.

En nuestro país ante el derrumbe de las viejas estructuras, llegaron a convertir a las televisoras en partidos políticos, en descaradas herramientas para la subversión, el sabotaje y el golpismo. Usurpando para instigar a la acción criminal y terrorista contra el pueblo, el espacio que la nación les había concedido.

El “Capo di tutti capi”. La cabeza de la subversión, sin duda alguna fue Gustavo Cisneros. El dueño de Venevisión y de un basto complejo comunicacional que abarca Venezuela, América y buena parte del mundo. Amigo personal de personajes de la mafia demencial que maneja el poder en los Estados Unidos, a buen seguro artífice de los sucesos de abril y el candidato a ocupar la cabeza del poder de haber sido otros los resultados. Sus aspiraciones se palpan claramente en el libro que se hizo escribir, donde se proyecta como el empresario global, el papaíto multimedia.

Tal vez por ser de verdad un empresario, Cisneros pronto se dio cuenta de que estaba poniendo en peligro nada más y nada menos que el propio negocio. No había que ser muy avispado para darse cuenta de que su poder sobre el pueblo venezolano no era el que esperaban y que habían sido derrotados. Que de verdad en Venezuela se están produciendo cambios fundamentales y el empresario inteligente no tiene más que acoplarse a ellos Y bajo la antiquísima premisa de “Métete con el santo pero no con la limosna” pasa a convertir Venevisión en el más Light de los medios de comunicación del mundo. ¿Será por eso que a la emblemática Danielita la ponen a repetir: “vamos y venimos, vamos y venimos” en el saludo navideño de la estación?

Entre tanto los empresarios de Radio Caracas entre otros se mantuvieron ultrosos e irreductibles en sus posiciones. Dándose de pasapalo que a estos se les vence la conseción para seguir operando en el espectro radio eléctrico venezolano. Por supuesto que es la oportunidad, nadie los está cerrando, nunca se les censuró y ahora se aprovecha para sentar un precedente haciendo uso de una atribución que otorga la Constitución Nacional al Gobierno Bolivariano. Nunca antes había pasado, solo que ahora hay un gobierno que es del pueblo, el verdadero dueño del negocio.

Comienza a cumplirse parcialmente el sueño de Ali Primera y de tantos camaradas que anhelaron una Patria donde la soberanía popular sea el norte. Y los hijos del pueblo, su educación, salud, bienestar y participación, sean su razón de ser. Sencillamente es un caso de salud pública. Es insólito que un sábado a las cinco de la tarde, horas de oro de la televisión, Venevisión esté transmitiendo esa porquería que ellos llaman “sensacional”. El objetivo popular debe ser la recuperación del espectro radioeléctrico a plenitud, que aquellos concesionarios que no aporten calidad al alma del venezolano sencillamente dejen de transmitir. Es como impedir que se queme basura frente a la ventana. Los censores tendrán que ser progresivamente la gente en asamblea soberana, la cultura que vaya floreciendo entre los barrios, en las fábricas, los liceos y universidades en los cuarteles, por campos y veredas.

En esa “coexistencia y armonía” que pretende que nos fumemos ahora Venevisión, hay una novela en donde un alto empresario lleva a una cachifa a ver un concierto de la Orquesta Juvenil de Venezuela, claro, con el ulterior propósito de darle “matarile”.La mujer llega prácticamente al éxtasis ante aquello totalmente desconocido para ella, llora, ríe y para variar se pone histérica, procediendo de inmediato a ordenarle a su muchachito que estudie en la Orquesta. Qué manera de creernos estúpidos, de creer que dándonos un “champusito” de cultura van a tapar décadas de embrutecimiento sistemático y planificado. El cual de paso se mantiene, porque no hay una verdadera acción ni intensión para transformar ese medio, si no dejaría de ser un instrumento de dominación. De todas formas para curarse en salud la patrona le dice muy claro al doctor. “Que va mijo a la cachifa no me la llevas pa´concierto”.

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