Diversos comentarios he recibido sobre el artículo de la semana pasada donde señalo como un acierto la decisión del gobierno de no renovar la concesión a RCTV, tanto por escrito como verbalmente.
Algunos apoyando mi posición, señalando además que el nivel de la televisión nacional ha decaído a tal grado, que asombra que no se haya tomado una medida similar anteriormente. Ciertamente resulta espeluznante observar los canales venezolanos, con una pobreza en calidad, que muestra el nivel de irrespeto que tienen hacia el televidente.
Un familiar cercano y querido, exdirectivo de varias televisoras (también víctima de sus dueños, quienes lo único que respetan es el tamaño de sus cuentas e ingresos) y antichavista hasta la médula, me increpa afectuosamente su desacuerdo conmigo, señalando que si la medida es tomada por ser un canal golpista y conspirador resulta a todas luces injusta, ya que el principal golpista y conspirador, el planificador, la mente maquiavélica detrás de los sucesos del 11 de abril de 2002 y el posterior paro petrolero está en la Colina y no en Barcenas. Cisneros y Venevisión fueron los más duros y firmes partícipes de estos hechos, y si hay que cerrar medios por esta causa son ellos los primeros que deben estar en la lista. Sostiene mi tío que no ocurre esto por la actitud sumisa que ha asumido el canal 4 luego de estos intentos fallidos que tanto daño hicieron al país. Parecería un premio a la sumisión la medida anunciada y no un castigo a quien bien lo merece.
Mercedes Chacín, periodista y amiga, revolucionaria de siempre y conocedora de la materia señala también con razón que se hace difícil explicar una medida de esta naturaleza a estas alturas, que se debió tomar en su momento. Señala que es natural que se observe como una retaliación y no como una medida ajustada a la justicia del sentido común. Está de acuerdo en que RCTV representa el peor ejemplo de la televisión que necesita el país, pero que la medida es extemporanea y que hubiera preferido ver morir de mengua al canal del león.
Por cierto, en un giro melodramático, se ha emprendido una campaña resaltando el “valor histórico” de RCTV, recordando a las luminarias y los espacios televisivos que han pasado por sus pantallas. Creo que se les puede devolver en forma negativa esta campaña, ya que cualquier joven menor de 25 años no conoce nada de lo que se pregona se va a perder con el cierre del canal, lo que han visto en pantalla siempre ha sido chabacanería, malas producciones y noticieros sesgados y groseramente manipulados.
Confieso que la posición de mi familiar y mi amiga periodista me dieron luces para modificar mi punto de vista en cuanto a la no renovación de la concesión, en el sentido de que pueda resultar injusta por el hecho de no haber tomado esta medida en principio contra otros medios que la merecen en mucho mayor grado como Venevisíon y Globovisión.
En todo caso, queda mucha tela por cortar en este tema, no porque vaya a revertirse la medida, cosa negada categóricamente por todos los voceros gubernamentales, sino por las repercusiones de la misma. Ojala contribuya en última instancia a abrir nuevos caminos para una televisión de mayor calidad y amplitud para el pueblo venezolano.
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