La Seguridad interna está integrada a las corporaciones de los medios

La paulatina expansión del complejo del capitalismo del desastre en los medios de comunicación puede dar lugar a un nuevo de tipo de sinergia corporativa, una estructura basada en la integración vertical muy popular en los años noventa. Esto ciertamente tiene sentido comercial. Cuanto más sumidos están los pueblos en el pánico, convencidos de que hay terroristas al acecho en las ciudades, más aparatos de detección de explosivos e identificaciones basadas en la biometría vende el complejo del capitalismo del desastre y más vallas de alta tecnología construye. Si el sueño de la apertura, de hacer un "pequeño planeta" sin fronteras, era el billete para los beneficios de los años noventa, la pesadilla de la amenaza, los continentes occidentales fortificados, bajo el asedio de terroristas e inmigrantes ilegales, representa el mismo rol en el nuevo milenio. La única perspectiva que amenaza la prosperidad de la economía del desastre, de la que tanto depende la riqueza —desde las armas y el petróleo hasta la ingeniería de la vigilancia y las drogas patentadas—, es la posibilidad de conseguir en alguna medida estabilidad climática y paz geopolítica.

La verdad es al mismo tiempo menos siniestra y más peligrosa. Un sistema económico que requiere estar en constante crecimiento mientras quita de en medio casi todos los intentos serios de regulación medioambiental genera un constante corriente de desastres, ya sean militares, ecológicos o financieros. El deseo de lo fácil, beneficios a corto plazo brindados por una inversión puramente especulativa, ha transformado los mercados de valores, la moneda o al Estado en máquinas de creación de crisis, como la crisis financiera asiática, la crisis del peso mexicano o la de las compañías informáticas que tienen sede en Internet, todas ellas ya manifestadas. Nuestra común adicción a lo contaminante, a las fuentes de energía no renovables, mantiene a la espera otro tipo de emergencias por llegar, desastres naturales (45% más desde 1975) y guerras libradas por el control de los escasos recursos (no sólo como Irak o Afganistán, sino conflictos de más baja intensidad como aquellos que estallan en Nigeria, Colombia Y Sudán) que sucesivamente crean terroristas desde el inicio de la guerra de Irak se había multiplicado por siete).

Los esfuerzos de reconstrucción representan la antítesis del complejo ethos del capitalismo del desastre, con su búsqueda perpetua de la tabla rasa y las páginas en blanco sobre las cuales diseñar nuevos modelos de Estado. Como las cooperativas agrícolas e industriales de Nuestramerica, son por naturaleza fruto de la improvisación, y emplean las herramientas oxidadas que están a mano, que no estén rotas, que no hayan desaparecido, en suma. A diferencia de la fantasía del Arrebatamiento cristiano, esa eliminación apocalíptica que permite la huida etérea de los verdaderos creyentes, los movimientos de renovación locales se basan en la premisa de no que podemos escapar de los terribles desastres que nos asolan y que a veces creamos con nuestras propias acciones. Postulan que ya ha habido bastante eliminación, de la historia, de la cultura y de la memoria. No se proponen hacer borrón y cuenta nueva, sino más bien hacer acopio de todos los errores, los restos, los escombros y las ruinas y reconstruirlo todo a partir de ellos. A medida que la cruzada corporativista prosigue su violento declive, aumentando el día del shock para reverberar por encima de la creciente resistencia que se opone a su paso, estos proyectos señalan el camino a seguir entre fundamentalismos de distinto cuño. Radicales únicamente en su intenso sentido práctico, arraigados en las comunidades en las cuales que viven, estos pueblos se consideran meros reparadores, tomando lo que encuentran y arreglándolo, reforzándolo, haciéndolo mejor y más equitativo.

¡La Lucha sigue!



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Manuel Taibo


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