Todo hombre serio, honesto y responsable consigo mismo y con quienes le rodea vivirá en la gloria del recuerdo. El ejemplo de sus acciones, será motivo para ubicarles frente a los demás y para revivir loables acciones imitables. Por el contrario, el sujeto practicante de la envidia, codicia, avaricia y petulante solo se abre su tumba en la miseria más triste, negativa y perjudicial para el mismo y su entorno. El cultivar tan bajos sentimientos no se pueden calificar de doctrinas. La intolerancia de nuestro Joaquín Monegro venezolano, ósea Marcel Granier, viene a reflejar la actitud que más prevaleció desde la guerra de independencia venezolana. Esos cuatro aspectos: envidia, codicia, avaricia y petulancia, la vivió en carne propia nuestro Libertador Simón Bolívar. El principal enemigo en su conjunto fueron los sujetos que pertenecían a la oligarquía criolla, Páez solo fue la cabeza visible de ese club de minúsculos hombres.
Algo muy cierto, la envidia, codicia, avaricia y la petulancia solo se da en los entornos de la corrupción. Sea para su promoción, estimulación ó forma de vida, cuyo lev motiv es la planificación para el asesinato, explotación, robo o manipulación. Oscuros actos que mueve a los grupos de poder, hoy alimentada desde Washington con sus lacayos en todas las partes del mundo.
Es así, como encontramos en Jean-Paul Sartre un agudo trabajo sobre el existencialismo, me refiero a la obra: El ser y la nada. Donde Sartre nos dice: “mi identidad no solo depende de la conciencia de mí mismo, sino también de la conciencia que tengo de ser objeto de los demás. Partiendo de este enunciado, Marcel Granier se dice en su monologo con el espejo cosas que solo él se las creen, pero que son reforzadas por los concejos foráneos de la derecha a la que él pertenece, especial a los que se les dan desde la Casa Blanca. El se dice: yo veo que los demás me ven: De allí, que hasta sus empleados los alaben como un potencial presidente cuarto republicano. Eso le ha afectado la percepción que tiene de sí mismo. Este fenómeno que le sirve a Sartre para idear una rica gama de complicaciones y de desarrollar su teoría sobre la autenticidad del ser, que en el caso de Granier, lo plasma con su auto arrepentimiento, su disculpa pública para el presidente más democrático que nunca antes hemos tenido en toda la historia política venezolana. ¡¿Sí, Marcel?! en nueve años jamás viste que Chávez era elegido, y reelegido, legitimado y relegitimado, y por consiguiente presidente de la República Bolivariana de Venezuela. Solo el descalabro de tus ingresos y el problemote empresarial y familiar te lleva a humillarte ante todo el país, con la consecuencia de hacerlo muy, pero muy tarde, con la mayor libertad y garantía de tus derechos.
Es normal que seres como tu cultiven la envidia, la soberbia, la codicia y la petulancia. “yo le digo teniente coronel, por que el (Chávez) nunca se quita el uniforme. Que cobarde, que miseria de un hombre que se jacta de denunciar la falta de libertad, la opresión, la dictadura de Chávez, vives y dice sin que un pétalo de rosa te roce, que triste espectáculo. Hoy, te pesa más la perdida multimillonaria de tus negocios, hoy eres capaz de llorar públicamente para que te renueven la señal. Ya te podrás dar cuenta que tu lacayismo lo pagaste caro muy caro. Hoy, te dejara la el Clan Bush solo y olvidado, porque las marionetas sirve para eso, para ser en fondo verdaderos pendejos, torpe. La ceguera de tus violaciones, será el fruto de tu castigo. Te revolcaras en la inmundicia de tus novelas, en los programas violentos de sus sangres. Y cada vez que veas la nueva televisión social, te dará pesadillas de remordimientos, la cultura y los valores te causara paralices cerebral, y sus documentales la revisión de tu historia perversa para con la nación entera. Marcel tu arrepentimiento espurreó solo te hace agitar tu espíritu de la pobreza, el fango de tus demonios. Cada dólar te servirá para la compra de calmantes, para el pago de un siquiatra, que te aseguro que si hubiese sido Freud, te diagnosticaría un sima tétrico, lóbrego y escalpelado de la ambición política por poseer fama, dinero y poder. ¡Ah! El día del golpe, tan afeitado, tan perfumado, tan caluroso de abrazos solidarios, te decías: siento y sufro, y gozo. Tan escasos fue esa sensación que apenas tan pocas horas después del golpe y ya seguro del retorno de Chávez, la ecuación cambio de orden: gozo, siento y sufro, y ahora muero de rabia y tristeza.
Marcel la locura de tu poder te hizo pensar que el presidente Chávez transitaría el camino de la mansedumbre ante tus designios, jamás has entendido que epónimo acto del pueblo heroico de Venezuela, hoy más revolucionario, bolivariano dio un paso de gigante al colocar sus derechos primero que él tuyo. Tu constante actitud de atacar a Chávez ó todo lo que hace el gobierno nacional a favor de las mayorías refleja el nadir de tu lacayismo. Todas esas manipulaciones, violaciones y el querer usar la televisión como el arma más abominable de tu ambición es lo que ha mantenido a Chávez en su cenit y al pueblo en su más notable apego a su constitución y al gobierno nacional.
La cortina va bajando lentamente hasta cerrar para siempre el capitulo negro de la televisión venezolana y con él unos de los seres más ímprobo de la oligarquía e historia venezolana. Eso hace de ti, Marcel un ser agónico que sin caer en la realidad en que vive el país ni acertar sus cambios, ya tiene en sus venas corriendo la frustración, la vil de la envidia. Ante ese panorama tus órdenes desestabilizadoras, tus inventos sangrientos tendrán las severas de las respuestas, ¡oye! No será solo del gobierno nacional, ni del mismo Chávez, sino de un pueblo madura, consiente y decidió a todos. Tu espíritu, tu alma misantrópica solo tiene la capacidad para contratar a voceros despreciables, payasos de mal gustos, y actores políticos que cavaron la fosa de la pobreza en el país durante más de 40 años. Eso deja mucho que decir de tus acciones, ese apoyo debe ser incondicional entre sátrapas entre miserables.
El 27 de mayor RCTVas a ver el odio de tus aspiraciones, un hueccooooo!
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