Es lamentable el papel que desempeñan muchos estudiantes y profesores de las universidades nacionales, ahora convertidos en defensores de los derechos de la oligarquía. Esta es la prueba más elocuente de que tales centros de estudios dejaron de ser populares hace mucho tiempo, para convertirse en reductos de las clases media y alta. En particular, es triste por la Universidad Central de Venezuela, la que fue de Livia Gouvernier, la de Jesús María Bianco, la de Jorge Rodríguez padre, la de Alí Primera, la de Henry Alegría, la de Alberto Lovera, la que en su himno dice vencer las sombras, la que tuvo centenas de estudiantes muertos en manifestaciones por la autonomía universitaria y por un presupuesto justo, la que luchó contra la represión de gobiernos títeres de USA y contra las invasiones de los gringos en cualquier parte del mundo, sin contar con el apoyo de un solo noticiero que reivindicara al movimiento estudiantil, y menos aún de la TV, que calificaba a los jóvenes contestatarios como “delincuentes”, “desadaptados” y “vagos”, siguiendo la nomenclatura de Miraflores.
Ahora resulta que en un país donde cualquiera ofende públicamente al presidente y ni siquiera lo detienen, aunque fuese solo para indagar sobre las razones del insulto, surgen grupitos de “pavos” pidiendo libertad. Que éxito. Si se conformaran con hacer el ridículo posando ante las cámaras eso no importaría mucho, la comicidad no es ningún delito, pero el caso es que arrastran a muchachos de liceos, incluyendo los de camisa azul, es decir casi niños, en una búsqueda irresponsable de sangre que les permita hacer ver al gobierno de Chávez como represivo y asesino de estudiantes. Bandera Roja es experta en usar jóvenes como carnada, porque ese ha sido su oficio desde que existe. Sólo que ahora brincó la calle y juega para la ultraderecha. El foquismo de BR sólo ha servido para sacrificar incautos, y es por eso que ya antes del primer triunfo electoral de Chávez, ese grupo se había reducido a su mínima expresión en algunas facultades de la UCV. Hoy su sobrevivencia como organización política solo se justifica haciendo el trabajo sucio para la derecha, marchando junto a sus torturadores de antes, pero a cambio salen por la TV.
Mientras el gobierno adelanta obras de infraestructura que jamás fueron realizadas por los adecos y copeyanos, mientras atiende a los ancianos y se ocupa de la salud de todos, una oposición boba arma escándalos en el este de Caracas, pero se deja ver en todo el mundo por CNN. Mientras el gobierno a través de las leyes logra aumentar como nunca antes, la fracción del PIB dedicada a la ciencia y la tecnología, los estudiantes que protestan ni se enteran, porque lo de ellos es el show. Un espectáculo triste dirigido desde Miami, donde “valientes” líderes autoexiliados de la ultraderecha, como Orlando Urdaneta y Robert Alonso, dictan el guión para asesinar chavistas y acabar con las pretensiones del pueblo. “No cargamos presos” es su consigna. Sino fuera porque el gobierno es de todos, convendría dejarlos que ladren mientras la carreta avanza. La marcha del sábado próximo en apoyo a Chávez debe ser apoteósica, como siempre. Eso les hará serenarse o “coger mínimo” como dice el presidente.