Era una pataleta, de esas masivas con la dramatización de artistas que desde mi infancia trabajan en las telenovelas. Una muchachera en la onda de marchar junto a artistas de TV. Una semana de mocos en pantalla por la no renovación de un canal privado. Las protestas, las marchas, tan anheladas por la dirigencia política, no pasó de ser el llanto malcriado de muchachos que de pronto se acordaron de que existía RCTV. Pero lo grave, lo curioso, fue el comportamiento de las autoridades universitarias, y el ambiente dramático suscitado en las escuelas de comunicación social. En las escuelas no había un debate, sino la complicidad cerrar las calles con un débil argumento.
El nacimiento de TEVES coincide con una crisis mundial de la comunicación. Me pregunto ¿qué programa podrían extrañar esa muchachera cuando lloraban por el negocio del señor Granier?, que por cierto, es dueño de otros medios de comunicación. Mi amigo Juanito me confesó que extrañaría la serie televisiva del Zorro, y algún que otro bikini de Ají Picante. Del Zorro podría decir que es una de mis series favoritas cuando tenía 6 años, eran los tiempos de Candy, Marco, Mazinger Z y Ultraman. Y me pregunto, ¿qué tanto evolucionó la televisión de RCTV?, ¿vídeo loco, o acaso las novelas protagonizadas por los hijos de los que protagonizaban las telenovelas hace 20 años?.
Me pregunto si la mediocridad en los medios tiene que ver con los programas de estudios de las escuelas de comunicación. En fin, un paso hacia delante que nos coloca en un nuevo escenario, muy parecido a la televisión colombiana por la cual nadie nada un centavo, pero que permitió hacer escuelas en muchas productoras televisivas de renombre. Curiosamente, en 1997, con la presidencia de Samper, la televisión colombiana se privatizó y en menos de un año quebraron como ocho productoras. Tragadas por el pez gordo. El mismo pez que tiene la mayoría accionaria en medios de comunicación por todo el mundo. Es tan ridículo el argumento del control como una opción de pluralidad, solo quien ignora el oligopolio que se esconde detrás de una red de medios privados puede alegar tamaño disparate.
Pero se abre otra puerta, y los medios públicos se abren espacios en Venezuela. Es lógico, pues solo un medio público puede alejarse de la tentación de convertir la información en mercancía para el consumo. Solo la TV pública puede garantizar futuro a los productores que desean contar otras historias, con nuevos rostros, otras realidades. Pude disfrutar de un concierto de salsa en TEVES, y por primera vez no tuve que escuchar la animación de un idiota, o una bella miss que no sabe ni de música ni animar. Que falta mucho o poco, es cuestión de tiempo y de continuar el debate, por ejemplo, es hora de que se respete el derecho de autor a las productoras que hacen sus imágenes. No es posible que nuevas productoras se sigan fusilando imágenes en una piratería descarada.
Mientras todo esto sucede la oposición pasará su despecho, no por una nueva derrota, sino por la necedad de no querer ver la realidad, hacer un mínimo esfuerzo por comprender los cambios. Que Pablo Medina y Antonio Ledezma sigan con la cabeza metida en la tierra es un hecho insignificante, pero que en las escuelas de comunicación social se pretenda simbolizar una pataleta de muchacho en una lucha por la libertad de expresión es más que triste, peligroso, pues se puede estar enseñando tal fantasía que los futuros comunicadores jamás podrán comunicarse, salvo con el espejo.
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