Realmente poco hace falta para que el verdadero rostro facistoide de la oposición (pro-burguesa) se muestre tal como es. El grado de desprecio y odio que profesan es realmente aberrante, y ciertamente develan la oscura naturaleza de sus motivaciones y principios, no sólo por el muy conocido hecho de haber avalado y promovido durante décadas sistemas de gobierno profundamente represivos y excluyentes, sino que en este momento, en el marco de su contradictoria defensa de la libertad de expresión, inconfesablemente están volcados a la búsqueda de un magnicidio colectivo. Son tan evidentes y clasistas sus manifestaciones que este viernes primero de junio evidenciaron su total irresponsabilidad y despego por el respeto de las mínimas consideraciones ciudadanas. Es tan clara y evidente la Venezuela que esperan y promueven que el antiguo sistema político y económico de los anteriores gobiernos les condicionaron la autoafirmación de considerarse superiores, y es por eso que ahora mantienen la enfermiza y malcriada arrogancia de considerar que el resto de Venezuela no existe ni tiene derechos a la hora de perseguir sus propios objetivos. Precisamente esto fue lo que sucedió ese día, cuando por el peso de la costumbre de estar años cobrando su semana de trabajo en la Plaza de Toros, los llamados salserines fueron imposibilitados a cobrar por que estos señores manifestaban “pacíficamente” su derecho a la libertad de expresión, negándoles, entre otras cosas, a todos los demás también el debido derecho a transitar por horas picos en esta de por sí congestionada ciudad. Algunos de estos salserines pretendiendo el diálogo y la comprensión por parte de estos manifestantes, se acercaron a tratar de mediar la posibilidad de darle paso a su pago, la negativa fue explosiva y evidente, buscaban que los salserines culpasen al gobierno por no cobrar su semana de labores.
Pero lo más terrible se tornó en comedía cuando estos “niños bien”, buscando el evidente recrudecimiento del impacto mediático de sus manifestaciones “pacíficas”, acusaron a estos trabajadores, que día a día limpian sus inmediaciones, de haber recibido ordenes por parte del alcalde Di Martino para arremeter contra ellos. De manera de convenientemente desviar la atención diciendo “allá va el ladrón” y dar a entender que son otros y no ellos los que ahora están siendo manipulados.
Estos señores que hoy en día a los cuatro vientos vociferan la falta de libertad y de las continuas violaciones a los derechos humanos en el país, seguramente jamás sabrán los que es toda una semana recorrer trabajosamente las calles de Maracaibo para ganarse muchas veces un sueldo que ni siquiera les alcanza, y que de pronto, unos cuantos carricillos “trabajando” por que en Venezuela se viva bajo una verdadera Democracia, les frustren el más elemental y merecido derecho a cobrar su faena. Estos señores, si realmente quisieran que alguien les tome en serio en Venezuela, debieran saber que estos salserines son mucho más que esas personas que diariamente, y a pleno sol y lluvia, mantienen limpias su ciudad, son el verdadero y más urgente recordatorio de lo excluyente e irresponsable que fueron los gobiernos del pasado, al heredarles una inmerecida privatización de su porvenir. Del mismo modo, también es nuestro verdadero reto por darle una nueva oportunidad, con excelentes condiciones, para rescatarle su posibilidad de mañana. Estas personas, a las cuales evidentemente desprecian, y que lamentablemente para ellos engrosan la mayor parte de la población venezolana, son a quienes realmente deberían de convencer y promover la participación. Convocarlos al diálogo y al debate sobre el modelo de país por el que pretenden trabajar. Y no a los que se hallan desde el extranjero tratando de manipular e interferir la soberanía del país, como acostumbraron hacerlo por durante tantos años.
waldo.munizaga@corpomaracaibo.net