La carencia
de liderazgo, de consignas y propuestas ha sido una constante en el
seno de la oposición. En estos diez años de Revolución Bolivariana
han sido incapaces de presentarle al país un proyecto alternativo,
con un rumbo definido y un plan creíble, que sirva para canalizar las
esperanzas y anhelos del grueso de la población.
Esa orfandad
ideológica les ha hecho dar bandazos entre las posturas más inverosímiles.
De declararse golpistas, neofascistas, que coreaban consignas inmediatistas
como: “Vete ya, fuera ya, ni un paso atrás”, durante los tiempos
del paro sabotaje-petrolero y la mega guarimba autodestructiva; saltaron
al capitalismo, ultra neoliberal-salvaje, asumiendo como grito de guerra:
“Con mis hijos no te metas”, ni con la moto, la casa de playa, la
lancha, la cabaña, el hilo dental, el aumento escolar, la factura de
la clínica y hasta el patín.
Su color favorito,
en esas jornadas de aquelarre golpista, era el negro y su leit motiv
preferido el luto activo. Veneno mediático de por medio, estaban obcecados
con la salida del Poder del Comandante Hugo Chávez, por cualquier vía
y a cualquier precio.
Como recibieron
derrota tras otra en el terreno electoral, tuvieron su etapa de “rebeldes
sin causa”, y su única bandera era la del fraude. Participar –según
decían- no tenía caso porque el Consejo Nacional Electoral era peor
que la cueva de Alí Babá y los 40 ladrones. El exponente más conspicuo
de esa descabellada política era el actual “flamante” alcalde mayor
Antonio Ledezma y su grupo de loquitos del Comando de la Resistencia.
Últimamente,
las cosas han cambiado mucho. Después de la pírrica victoria de diciembre
de 2007 y los espacios conquistados en las regionales de 2008 ya no
arremeten con tanta frecuencia contra el Consejo Nacional Electoral
y sus autoridades, o por lo menos tratan de disimular los ataques. Estos
tipos son locos, pero aún no comen excremento.
Ahora, más
bien les ha dado por reivindicar el sendero de la participación democrática,
pero la falta de creatividad y la inexistencia de una propuesta honesta
y coherente les ha forzado a tratar de apropiarse de las consignas y
los emblemas nuestros.
A muchos de
ellos, empezando por el briboncillo de cierto canal de la Alta Florida,
de cuyo nombre no quiero acordarme, les ha dado por utilizar públicamente
prendas de color rojo, rojito, y cuando conceden alguna entrevista dejan
estratégicamente encuadrado algún retrato del Libertador o del mismísimo
Ché Guevara.
Han llegado
al paroxismo de designar a su bunker de campaña contra la propuesta
enmienda constitucional, como el Comando de Angostura. Sin embargo,
ahora es cuando más fingida les queda la pose. Cómo van a invocar
al Padre Simón Bolívar unos personajes, cuyo primer decreto, durante
la brevísima dictadura de Carmona, fue precisamente eliminar el nombre
de República Bolivariana de Venezuela.
Cómo pueden
hablar de Bolívar unos sujetos que no han hecho sino denostar y vilipendiar
la política internacional soberana de Venezuela, para apuntalar el
hermanamiento con los pueblos del subcontinente y rescatar el plan maestro
de la Patria Grande.
Definitivamente, qué grande les queda el pensamiento genial y el ideario tan sustancioso del Padre Simón Bolívar.
dcordovaster@gmail.com