En la totalidad universal sólo la dinámica transformadora y el subyacente juego de fuerzas inducidas por los incontables aspectos opuestos y complementarios que en ella anidan, poseen el carácter absoluto y, por tanto, los sinónimos y antónimos usados en los procesos cognitivos para identificar a estos últimos ostentan una virtual existencia en el mundo de lo relativo.
El primer proceso cognoscitivo, la percepción, es el canal a través del cual las personas captan información del entorno usando las energías implícitas que reciben los sistemas sensoriales y le permiten al individuo formar una representación de la realidad de su entorno. La luz, el sonido, el olfato y el gusto, y el tacto codifican, respectivamente: la información sobre la distribución de la materia-energía en el espacio-tiempo; la actividad mecánica en el entorno y la naturaleza química de los objetos y, la información de la presión, de la temperatura, del dolor y de la naturaleza mecánica y la ubicación y la forma de los objetos con los que se entra en contacto.
Este proceso perceptivo posee un carácter inferencial y constructivo que genera una hipotética representación interna de lo que sucede en el exterior, un integral modelo virtual de la realidad de un objeto o fenómeno, cuya veracidad o refutación, al establecerse en el ámbito del ojo de la razón o de la mente, nos induce a desplegar la estrategia comunicacional del socialismo en este escenario.
Ahora bien, nuestra certeza de que el desenvolvimiento de la estrategia comunicacional capitalista cimentada en el arte del engaño se ubica en la irracional esfera afectiva, nos obliga a subvertirles dicho contexto ubicando nuestros debates en los territorios de la racionalidad, la relatividad y la cotidianidad.
Y esta intención subversiva nos obliga a:
>> Identificar las vocablos medulares de la estrategia comunicacional capitalista con el propósito de comprender y desenmascarar racional y radicalmente el arte del engaño que en dicha estrategia subyace.
>> Tomar en cuenta, por un lado, la importancia relativa que, como interlocutores, poseen las clases populares con respecto a las clases medias, en aras de diseñar eficaz y eficientemente nuestros mensajes y, por otro lado, que, aún cuando los mensajes contrarrevolucionarios tienen principalmente unas cargas afectivas, también poseen unas raíces racionales que también debemos desenterrar.
>> Sembrar nuestros mensajes en la pradera de la cotidianidad, dada la suprema eficacia y eficiencia que resulta del proceso cognitivo de tipo vivencial o experimental.
>> Convertir en interlocutores a los receptores de nuestros mensajes.
nicolasurdaneta@gmail.com