Lo verdaderamente grave de dictarle prohibición de salida del país a Guillermo Zuloaga es que este fanático de la cinegética se pudiere dedicar a liquidar las pocas especies en peligro de extinción que todavía no ha logrado cazar en Venezuela para colgarlas embalsamadas en las paredes de sus casas u oficinas.
Yo, particularmente, hubiera preferido que pidiera asilo en Costa Rica, para que la sonrisa beatífica del premio Nobel de la Paz, Óscar Arias, se le borrara al saber que el multimillonario venezolano podría acabar con las especies de allá. En todo caso, han debido permitirle que utilizara el asueto de Semana Santa para exterminar animales en las junglas asiáticas o africanas.
Por lo demás, el atentado más peligroso de Zuloaga es el que comete contra el lenguaje cuando intenta hilvanar discursos al estilo del pronunciado en Aruba ante la asamblea de la SIP, donde algunos pudieron entender que lo malo del golpe de Carmona es que fracasó. Sus esfuerzos fallidos para expresarse se evidenciaron meses atrás, cuando afirmó su condición de especulador alegando que al menos creaba empleos.
Sus palabras en la SIP, aun cuando configuren delitos, no se comparan ni remotamente con las incitaciones a delinquir, las arengas insurreccionales mal disimuladas y la política editorial subversiva y antidemocrática de Globovisión. Eso lo vemos a diario y constituye la inspiración más importante para la disociación psicótica que envenena a miles de opositores que ven en Chávez el retrato de un tirano descrito por cada locutor o animadora de dicha estación televisiva.
Sería un absoluta ingenuidad suponer que el autor de esa línea editorial es Guillermo Zuloaga, cuyos anhelos conspirativos no lo dotan de la competencia o capacidad para urdir tantas perversidades, subliminales o no, para derrocar al Gobierno constitucional.
Los editoriales de Globovisión, abiertos o soterrados, retratan de cuerpo entero a Alberto Federico Ravell, quien ahora se desempeña como gerente invisible.
Hostigar a Zuloaga quizás sea pintoresco, pero no resuelve el problema. La cuestión de fondo es el cierre de Globovisión. Muerto el perro se acaba la rabia.
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