Coincido con un buen grupo de personas en un CRI al que asisto en búsqueda de salud por una artrosis severa en mi hombro derecho, al mismo acude gente de todo tipo y condición, desde los que llegan a pié, en moto, en taxi, en camionetotas de esas que hoy cuestan lo que antes un avión a propulsión a chorro o en silla de ruedas, o con la ayuda de caminadoras o muletas.-
Mientras se espera el turno, por orden de llegada, para comenzar el recorrido por las diferentes estaciones de la terapia de tratamiento, afloran en el público múltiples temas de conversación, en este momento del que más se ocupa la mayoría, es el que tiene que ver con el problema económico que vivimos, la dificultad por la que se tiene que pasar para adquirir alimentos, medicamentos, útiles de aseo personal y para los que tenemos vehículo, bien sea moto o automóvil, la casi imposibilidad de accesar a un repuesto por el altísimo costo o por las inalcanzables tarifas de la mano de obra, lo que allí se oye no son otra cosa que lamentaciones, sin faltar quienes no se aguantan y sueltan sapos y culebras contra el gobierno, por considerar que los padecimientos que cada quien enfrenta. junto a su núcleo familiar, no tiene otro culpable distinto y además porque ya se ha hecho a la idea que nadie le hace cambiar con ningún argumento, que la única forma de salir del atolladero es un cambio como el que sucedió en Argentina, aún a sabiendas de que allá lo acontecido, a estas alturas, tiene a muchos de los que creyeron en pajaritos preñados o en los cantos de sirenas con los que los engañaron, arrepentidos como se arrepintieron en Nicaragua cuando le dieron la espalda al Sandinismo y tuvieron que rectificar en la primera oportunidad o en España donde la ultraderecha de Rajoy mantiene a ese país rodando por un despeñadero.
Allí se escucha de todo, como, por ejemplo, el terrible daño que el contrabando, bajo la mirada cómplice de las autoridades. le hace al Táchira, hubo alguien que afirmó, incluso empeñando su palabra bajo juramento que por Guarumito, a partir de la 8:00 de la noche hasta la madrugada, cientos de vehículos de todo tipo, incluso grandes gandolas, pasan hacia Colombia cargadas de alimentos, entre los más acarreados, carne, pollo queso, huevos y artículos no perecederos, que en Cúcuta existe un gran Supermercado de nombre Cenabastos que es el destino de la mayoría de esos productos y donde quienes allí acuden, creen encontrarse en un gran abasto venezolano pero jamás en un establecimiento de otro país.
Por supuesto los tiros cargados de imprecaciones incontenibles de odio, que se reflejan en los rostros de la gente, que ya por estar padeciendo problemas de salud, dolores musculares u óseos incluidos, es lógico que no tengan ánimo como para frenar la oportunidad de desahogarse, más cuando por su misma condición no están en capacidad de someterse a una cola gigantesca de las que aquí se hacen, muchas veces para cuando se está cerca de culminar el viacrucis salga alguien y grite ¡los productos regulados se terminaron¡, dejando en las personas un sabor amargo, una buena dosis de frustración y a un ser apto para que la contrarrevolución, con la mayor facilidad del mundo lo aproveche para incorporarlo a sus planes perversos de desestabilización y ejecución de las tareas que el gobierno gringo le ha asignado a sus lacayos de aquí.
Cada quien echaba su cuento, una señora supuestamente humilde, contó que hacía unos días, ante la necesidad de adquirir alimentos indispensables y valiéndose de que le correspondía por el terminal de su cédula, madrugó desde la 03 de la mañana y logró quedar entre los primeros de la cola, pero su alegría por dar como un hecho el éxito de su sacrificio, se frustró cuando un grupo de personas muchos de ellos motorizados, a eso de las 07 de la mañana llegaron y de manera violenta, mostrando armas blancas, obligaron a los que se encontraban de primeros a cederles su puestos a los que a todas luces pertenecen a esa nueva clase de delincuentes que conforman el brazo ejecutor de una de la tácticas más detestables de la guerra económica: los bachaqueros; lo narrado por la señora de inmediato fue corroborado por otras personas que manifestaron haber vivido la misma experiencia.-
Lo grave de este cuento es que dichas personas, todas coincidieron en que lo vivido se llevó a cabo bajo la mirada de funcionarios de la GN y Policía Bolivariana, quienes no movieron un dedo ante tamaña violación a los derechos de quienes fueron víctimas.
La verdad que se nos hace difícil encontrar argumentos para defender lo que ya resulta indefendible, pues bien sabemos que además de las experiencias frustrantes que actualmente se viven para no morirse de hambre, existe una terrible y gigantesca campaña de los medios de comunicación y por las redes sociales que prácticamente no dejan pensar a nadie y le reducen la capacidad de raciocinio al más pintado, sin ir muy lejos, en nuestras oficinas públicas, y en el CRI del que hablo esto sucede, en el televisor de la sala de espera, solo se sintonizan los canales privados, jamás los canales del estado, y eso que se supone que en esos sitios la gente que allí labora, deben ser personas afectas al proceso, o por lo menos neutrales y no como es muy común, opositores infiltrados que aprovechan la menor oportunidad para arrimar la brasa hacia la contrarrevolución.
Para no ir muy lejos en el cafetín de la instalación militar donde se encuentra ubicado el CRI a que me refiero, jamás se sintoniza ningún canal oficial, siempre los privados y con mucha frecuencia RCN y CNN, lo cual sin temor a equivocarse, es una de las fuertes razones por las cuales mucha gente frágil de mente, fácilmente se entrega a quien, si algún día se apoderase del país, no tendría ningún reparo en arremeter contra todo lo que le huela a chavismo, comenzando por quienes de manera gratuita se han cuadrado con la derecha, cerrándose a toda posibilidad de rectificar, así esté siendo beneficiario de las bondades de un proceso, que como sabemos, quienes tenemos conciencia de ello, le ha dado prioridad a lo social, en la búsqueda de mejorar las condiciones de vida del mayor número de venezolanos.-
Lamentablemente, esta vivencia, es muy frecuente y el pan nuestro de cada día cuando por aluna razón se reúnen las personas, que tienen como tema obligado el exponer lo que piensa o siente sobre una problemática inducida a la que pareciera no encontrársele solución.
Seguiremos esperando, confiados e inspirados en el legado del creador de este proceso inédito.-