Está triste Cinthya:
“Otra oportunidad perdida. La primera fue porque no participamos y
se metieron todos los chavistas en la Asamblea, y después nos arrepentimos,
pero no dijimos la verdad. Ahora Ramos Allup le echa la culpa a la opinión
pública que nos obligó a no ir a esas elecciones. No es sincero, hay
que decirlo, fueron los partidos políticos y los medios de comunicación
los que crearon esa estrategia. Y ahora vamos a las elecciones con unos
candidatos que, como las rondas, hacen daño, y dan pena, y se acaba
por llorar”.
Baja la cabeza y esconde su
linda cara. Está sollozando la princesa más linda de la pelotica
del mundo. El mesonero se acerca cabizbajo con la botellita de agua
Evian y el café y un chamo viene a su lado. “Señorita, por favor,
no llore, que yo traje hoy a mi nieto para que conociera la mujer más
bella del mundo, y no quiero verla así” Cinthya levanta la cara,
y con su pañuelo de seda se limpia su cara, que es tan bonita, que
es tan bonita su cara. Sonríe y le da mano al chamo, y “es verdad,
abuelo, esta mujer sí es linda”. “Te lo dije, mijo, una mujer así
no se ve todos los días, en cambio, un chavista como ese (yo), se ve
todos los días y en todas partes”.
Cinthya Machado Zuloaga abre
su cartera y saca la banderita de Estados Unidos que siempre la acompaña,
la coloca sobre la mesa y la acaricia y dice: “Cómo decirle a nuestros
hermanos de Estados Unidos que nuestra oposición es la misma de siempre,
los mismos nombres y ninguna idea”
Toma un sorbo de agua. Vuelve
a limpiarse con su pañuelo de seda su cara, que es tan bonita, que
es tan bonita su cara. “Y más lástima me da Petkoff, dice que más
nunca será candidato a nada porque hay que darle paso a la juventud,
y mírenlo apoyando a Omar Barboza, Ramos Allup, Enrique Mendoza, Pedro
Pablo Alcántara. Dice mi padre que, por lo menos, hay que agradecerle
una cosa a tu presidente Chávez, gracias a él conocimos a esta gente
de la oposición, nos dimos cuenta de que no sirven para nada. El otro
día se presentó en mi casa un señor que dijo llamarse Ismael García,
cuando mi padre escuchó ese nombre, dijo: “Díganle que aquí no
vive nadie”. Es decir, gente que estuvo apoyando esta cosa que tú
defiendes, y que ahora pretenden que nosotros, los ricos, los
acompañemos. Definitivamente, amigo, el pasado nos condena.