Hoy los reformistas pretenden aprovecharse de las nuevas circunstancias políticas para seguir desdibujando el enemigo de clase del pueblo venezolano: la burguesía. Mucho ha costado avanzar en la conciencia del pueblo. La clase trabajadora y nuestro pueblo en general han sido golpeados tantas veces por la burguesía venezolana como para permitirles, ahora a los reformistas, destruir nuestras banderas y echar por la borda todas nuestras tímidas conquistas. En nuestro barco político llamado Revolución Bolivariana ya no queda mucho espacio ni margen de maniobra para el oportunista pequeñoburgués. Los enemigos de la revolución se definen cada día más y marcan posiciones en un juego que se complica. Quienes pretendan desdibujar al enemigo de clase del pueblo venezolano, so pretextos de “estrategias políticas” o “coyunturas delicadas”, hacen un flaco favor a la revolución y contribuyen al juego que la burguesía necesita. ¡Con aliados así, para qué necesitamos enemigos!
Los enemigos del socialismo están claramente definidos y dibujados. Sabemos, es el capitalismo que encuentra su Meca en el imperialismo norteamericano; es el Gobierno Mundial conformado por los grandes poderes económicos transnacionales y el sionismo internacional. Es también la parasita burguesía venezolana y la clase política que la representa (AD, COPEI, PJ, MAS, UNT, entre otros). Pero el enemigo que más daño le infringe al socialismo es el reformista, quien manipula desde dentro y tergiversa nuestras banderas e ideas; quien desdibuja al enemigo de clase del pueblo; quien se adueña del poder del Estado para usufructo personal; quien acumula responsabilidades administrativas (de Estado) y políticas del partido (PSUV) para engorde de su ego, sin importar sus consecuencias nefastas para la revolución cuando contribuye en generar burocratismo y corrupción; cuando bloquea el empoderamiento de la clase trabajadora, la democratización del poder en los trabajadores, o mejor dicho, la transferencia del poder a la clase obrera, campesina, a través de los Consejo de Trabajadores y Campesino, o al pueblo, a través de las Comunas.
Los enemigos del socialismo son el Imperialismo, la burguesía nacional y los burócratas que ostentan el poder del Estado. Los enemigos de clase del pueblo son la burguesía transnacional y nacional. Los enemigos de los revolucionarios son los reformistas.
Los revolucionarios no somos simples adversarios políticos de la canalla burguesía nacional (mal llamada oposición), somos sus enemigos de clase, defendemos, pues, intereses radicalmente distinto e irreconciliable. Los revolucionarios defendemos los intereses de la clase trabajadora, obrera y campesina. Los revolucionarios pretendemos destruir al Estado burgués y no reformarlo. Los revolucionarios pretendemos construir un mundo de iguales, donde reine la justicia y la igualdad; donde no existan las clases sociales; los revolucionarios pretendemos construir el socialismo.
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