Cuando tú, opositor venezolano, pides que invadan a Venezuela, por la razón que sea, sea ya que no te guste “tu presidente”, sea ya porque te parece “tierrúa” la causa socialista que inspira su ideología, sea ya porque no te parece de caché que el gobierno se oponga al belicismo de los países llamados del primer mundo (EEUU, Francia, Inglaterra, etc.), sea ya porque te da vergüenza haber nacido en la patria de Bolívar y sueñas con otros espacios, como Miami o cualquier otro punto extranjero, sea ya por lo que fuere; has de tener en cuenta cuatro cosas para cuando llegue ese momento, por tí tan soñado:
1. No existen misiles exclusivamente antichavistas: cuando las tropas extranjeras entren al país pisando la alfombra que tú les has extendido, o cuando bombardeen o lo que sea, debes saber que la experiencia demuestra que no hacen distingos entre los locales. Disparan a todo lo que se mueva o les cause nerviosismo. En Afganistán los aviones no tripulados matan cientos de civiles, cuando los objetivos enemigos son el talibán. En Irak han hecho desastres: han muerto más de un millón de personas por la invasión y sus efectos, entres ellas con gran seguridad muchos adoradores de la suela extranjera, como tú. En Libia los bombardeos ya han comenzado a matar opositores aliados. Aunque salgas desnudo a la calle, sin ningún color distintivo sino tus genitales, debes tener cuidado.
2. El país no será para tí. A Venezuela te la administrarán, seguramente colocándote a realizar un trabajo administrativo colonialista, de esos que tanto te gustan. Serás un empleado, pues, aunque muy a tu gusto: un trabajador agringado, de primer mundo. Cuando le saquen toda su riqueza natural, a Venezuela te la devolverán como un cascarón de huevo, vacío. Y si no les gustas a ellos de aquí hasta entonces, es posible te armen una oposición “apátrida”, como la que ahora ciegamente tu protagonizas.
3. Venezuela desaparecerá como país con historia patria, porque eso es lo hacen las invasiones: acabar con la historia, borrarla culturalmente de la mente de los habitantes. Leerás, con seguridad, libros sobre próceres como George Washington, Lincoln, etc, y creerás que Bolívar es como suerte de pesadilla de pueblos marginales y ridículos que buscan una liberación.
4. Tendrás, finalmente, el país “tierrúo” que tanto hoy deploras: no habrá nada, realmente nada, sino miseria, y unos cuantos ricachones (quizás tú y tus sueños: ¡felicitaciones!) administrándola. Es posible que te llenes la boca diciendo que eres de un país pobre, pero con sangre imperial y de primer mundo, aunque tú muy en el fondo sepas que no eres más que un cagadero de tus idolatrados dioses extranjero.
Porque la derecha política es así, una hija de nadie, un desmadre, una fuerza ciega del contranatural capitalismo. Un sueño húmedo de sangre, sin duda.
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