El susto a la regresión,
al retorno al poder de las fuerzas dominantes hasta hacía apenas dos
años, fue valientemente enfrentado por la memoria de la gente que tomó
las calles, se fue a los cuarteles, a los medios lacayos, a las ventanas
del mundo a desnudar las mentiras de la falsimedia, a desarmar el complejo
libreto seguido cabalmente por los golpistas criollos y escrito con
detalles en las oficinas de la embajada norteamericana.
48 horas apenas, bastaron para
que bajara del cielo un helicóptero con nuestro líder rescatado y
liberado para continuar al frente de las luchas de los desposeídos
de esta tierra. La respuesta espontánea que en aquella fecha dio el
glorioso pueblo venezolano tiene un valor que sobrepasa el calendario.
Hasta hoy sorprende a la historia como la ira contenida, como la sospecha,
como la intuición popular pudo aclarar una verdad manchada con el ropaje
imperial de la mentira. Todas las pantallas del mundo repitieron hasta
el cansancio las imágenes de aquellos valientes de Puente Llaguno que
respondieron la arremetida policial con balas y que se señalaban ante
el mundo como autores de decenas de asesinados que eran víctimas de
francotiradores contratados por el mismo imperio para “justificar”
el golpe de estado. No es poca cosa lo que logró este pueblo heroico
en esas escasa horas, como no lo es lo que hoy hace la humanidad ante
cada nuevo libreto de dominación en cualquier país del mundo, aquel
13 de Abril heroico abrió de forma radical el poder del pensar de la
gente común, desde esa fecha las voces de los pueblos desarman cada
nuevo intento de perpetuación imperial.
Lo hicimos en Honduras, a pesar
de no haber logrado una victoria contundente, pero si se logró
darle aliento a un pueblo que hoy mantiene su dignidad ante un mandatario
impuesto, ante un títere que sin ningún tipo de moral, viaja a Colombia
para hacerle morisquetas a nuestro comandante en un encuentro en el
que no estaba convidado, a saber, por lo menos por Hugo Chávez, aunque
quizá con la venia de Santos, para pretender hacer cómplice a nuestro
comandante en que la OEA y los pueblos que marchan a la nueva sociedad
cayéramos en su trampa y diéramos legalidad a un falso presidente
escogido por los amos del mundo antes que por pueblo alguno. Lo estamos
haciendo en África cuando vemos a un Obama haciendo los mismos malabares
para apoderarse del petróleo de Libia y que debemos anotar como una
victoria de los pueblos del mundo que a esta fecha, después de
tanta bomba y agresión, el pueblo libio, digno y valiente no ha podido
ser invadido ni saqueado.
Todo 11 tiene su 13, reza el
grito libertario del pueblo venezolano, hay un almanaque repleto
de treces fatídicos para el imperialismo yanqui. Así como es
muy conocido, que la superstición gringa, les hace pasar la numeración
de los pisos de sus rascacielos del piso 12 al 14, omitiendo siempre
el número 13, así, aunque ellos pretendan borrar el 13 del calendario,
ya la humanidad entera sabe muy bien lo que se puede hacer un día 13
cualquiera ante los intentos desesperados de las fuerzas imperiales.
Y el imperio nos teme entonces.
Nueve años después, a punta
de democracia pura y transparente, Venezuela sigue decidiendo que Hugo
Chávez continúe al frente en el camino a la sociedad socialista. Nueve
años en los que se nos ha boicoteado constantemente nuestro
gobierno señalándolo ante el mundo como un régimen dictatorial que
irrumpe y prohíbe la libertad de expresión. Quienes aquí vivimos
sabemos muy bien que es una gran mentira, que aquí no se vulnera el
derecho a nadie de expresarse, como los camaradas cubanos saben
que es otra gran mentira la que se impone a la revolución cubana al
tildarla de dictadura alguna, que no será más que la dictadura de
los pobres, del proletariado. Nueve años después debemos seguir avanzando
para desmontar la terrible opresión mediática que hipnotiza, narcotiza,
idiotiza a la humanidad nuestra. ¿Y si hace nueve años Venezuela
pensaba que Chávez era un dictador, como es que ha ganado tantas elecciones
desde esa fecha? ¿Y si hace tantos años se traiciona al pueblo y se
le niegan sus derechos, en Venezuela, o Cuba, o Nicaragua, o cualquier
patria, es que sus pueblos son ciegos?
El siglo XXI marca un cambio
paradigmático en la historia cotidiana: los pueblos están despertando.
Hay una clase trabajadora que ya sabe muy bien que es lo que significa
un amo, un patrón, un jefe. Hay una clase social que sabe de memoria
que significa la explotación, que entiende que la riqueza que detenta
su patrón le pertenece al sudor de su frente y que por tanto debemos
apropiarnos de lo que nos pertenece por derecho. Los pueblos están
despertando, así como a los ejércitos invasores se les detiene con
el grito libertario de cientos de millones de conciencias que a diario
revientan su furia ante los hechos injustos, así
pasará que la historia de la humanidad obtendrá
la victoria de preservar la vida, la justicia, la igualdad y el amor
en la nueva sociedad que construimos sobre las ruinas del imperio del
egoísmo.
Venceremos!!!
Continentalismo, sueño
del sur
No había distancia que
cambiara la misma realidad en toda nuestra América, no había otro
sueño que no fuera el mismo: igualdad, solidaridad y justicia social.
El sur es una sola patria, un solo pueblo, que implora y precisa
unidad.
Simón Bolívar rompió
las fronteras impuestas por los colonizadores, su espada libertaria
rompió las cadenas del invasor español, en su gloriosa marcha a caballo
hacia un sur lleno de miserias, opresión y dominación imperial.
Los virreinatos fueron desechos con la furia de soldados descamisados,
que por sobre las penurias que imponía el sueño libertario, borraron
las fronteras y unieron una voluntad continental en batallas despiadadas
contra un enemigo que parecía superior.
Dividir es vencer, reza
la profecía maquiavélica que impuso desde entonces el nuevo imperio,
el imperio industrial que sustituyó
a aquel imperio español que nos robó
el oro y la plata, el que vino a saquear el combustible fósil, la fuerza
de trabajo barata, los frutos de la tierra que era nuestra y que los
alimenta hasta hoy en día.
Divididos seguimos en esta
lucha feroz por abrir una puerta a un futuro posible, a una vida digna.
Divididos tratamos de unirnos y no hemos sido capaces de romper las
fronteras. Hay toda una legalidad impuesta, todo un imperio jurídico
que nos impide desatar la furia bolivariana, martiana, San martiniana,
nuestramericana. Divididos nos damos las manos ante un imperio que se
une en el poder de su asqueroso capital, que unido nos somete a sus
voluntad depredadora. Hay que quemar esas líneas que llamamos fronteras.
De un país a otro, hay una
dominación cultural que aun funciona, el imperio funda su presencia
en estas diferencias, nos somete, nos sigue engañando al separarnos
con sus cárceles mediáticas. De un país a otro, se pierde la unión
que una vez nos liberó del sometimiento en las colonias, de un país
a otro nos siguen separando para pretender continuar su explotación.
¿Cómo romper nuevamente este cerco?
¿Cómo no ser acusado de terroristas?
¿Fue Bolívar y su ejército libertador un terrorista? !Nunca! Entonces
tampoco lo seremos nosotros al volvernos a unir.
Más allá de los tratados,
convenios, alianzas y todas las escrituras que hemos firmado aquellas
patrias que nos acercamos para enfrentar al enemigo, al asesino transnacional
que nos agrede sin necesidad de visa o pasaporte, debemos entender meridianamente
que somos una sola patria: la Pachamama, la patria grande. Más allá
de las letras, falta la unión de la sangre, de los espíritus ancestrales
que aun dormitan en nuestras conciencias, más allá es una necesidad
urgente la unión, desvirgar ese himen antinatural que implantó el
imperio en nuestras conciencias. Hay que unirse en un solo ejército
libertador desde México hasta la Patagonia.
Continentalismo es lo que
nos enseñó el Che en la tricontinental, es lo que preveían las Internacionales
socialistas, continentalismo es la unión de todas las luchas en
una sola bandera, que más allá de separarnos o invisibilizar nuestras
propias culturas, nos une ante un enemigo que desde hace mucho se globalizó.
La explotación, el crimen, el narcotráfico, hace muchos años que
no conocen fronteras. Sus mapas no se dividen en países, se dividen
en regiones necesarias para su supervivencia, en espacios para enriquecerse
cada vez más. Es una obligación revolucionaria crear la necesidad
de la visión continental, de no hacerlo, le hacemos un servicio
al enemigo. No tendremos victorias sin la unión de nuestras patrias.
Continente hermoso lleno
de pasiones, desde el grito mapuche,
desde la villa pobre en Buenos Aires, desde las multicolores banderas
ancestrales de Bolivia, desde la diversidad de género, desde las gargantas
de los campesinos desplazados, desde la Cuba liberada, desde los barrios
de Caracas, desde Honduras clamando su constituyente, desde México
sangrando por las balas imperiales del narconegocio imperial, desde
Panamá sometida por un vende patria, desde Colombia en armas, desde
cada rincón de nuestra hermosa patria grande, desde cada pulmón de
un continente llamado a ser protagonista de la nueva era.
Los internacionalistas seremos
los soldados que hilaremos la bandera de la nueva patria grande. Sembraremos
nuestras pampas y llanuras, nuestras montañas y mares, nuestras barriadas
y calles con la fuerza insometible de la revolución clamada. La
unión de la América se hace necesaria, con un solo ejército invencible,
con la furia desatada de todos los humildes que clamamos dignidad y
derecho a la vida.
África y la América serán
el continente del sur, el futuro espera en nuestras entrañas sembradas
de energía, el nuevo norte es el sur y el sur ha de ser uno solo:
la revolución necesaria del buen vivir de la mujer y el hombre nuevo
en la sociedad naciente.
La Patria Grande es la cuna
del socialismo universal.
Venceremos!
brachoraul@gmail.com