Provoca no decir más nada.
Pero apuran. Los hombres que ayer se aprovecharon, y luego despreciaron
políticamente a Carlos Andrés Pérez, hoy nos lo quieren vender como
un demócrata. Un hombre cargado de moral y luces. Un libertador. Algunos
de ellos olvidan persecuciones. Torturas. Desaparecidos. Caracazo. Periódicos
cerrados y censurados por Pedro Pablo Alcántara y otros. Y ese hombre
sí camina.
Si Henry Ramos Allup fuera
decente, no hubiese asistido al segundo entierro de Carlos Andrés Pérez.
Ya él, según lo escrito por Pastor Heydra, había montado el tinglado
para asesinar políticamente a Pérez, y lo logró. Ahora lo vimos allí,
plantado y cargado de verbos. Y a su lado la sociedad de cómplices
de siempre, los nuevos y los viejos, los que se repartieron el país
y los que quieren volver a lo mismo otra vez.
Hay que frenar el olvido. De eso se trata, de recuperar memoria y cuenta. Ramos Allup sabe que está haciendo política y su política ha sido siempre esa, la desvergüenza, la de me importa un carajo. Se ruega no enviar flores.
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