Si el debate de la MUD hubiere ocurrido antes que Alberto Barrera Tyska colocare en circulación su última obra, Rating. Hubiese resultado interesante conocer el tratamiento que este escritor antichavista habría dedicado a ese evento. Porque a juzgar por su contenido, elaboración y desarrollo encaja perfectamente como un efecto caótico de la retórica televisiva o como un producto de la industria responsable de la educación sentimental de un Continente que ha hecho de la cursilería un elemento de exportación. Dos de los conceptos manejados por este escritor antichavista en su más reciente ameno y recreativo texto.
Rating es una novela dulce, fresca, liviana, fácil de leer que a juzgar por su poca profundidad fue hecha como para ganarse unos cobres, que en el fondo no está mal porque los escritores, a veces, viven de lo que escriben. En ella, Barrera Tyska desnuda abiertamente todo lo que ocurre en el interior de un canal de televisión para ganar el Rating... Aunque nunca manifiesta que la televisión idiotiza a la gente. Antes de la Ley Resorte, la TV, por ley era recreativa y nada tenía que ver con la educación a pesar de que por su poder de influencia muchos la llaman la madre sustituta. Amparada en esa cualificación, su programación, mayormente, vulgar, soez, “estupidizante” (La Familia Telerín), “transculturizante”, fabricante de falsas escalas de valores, con cuñas que “vendían” los autos como un mecanismo para triunfar en el amor (carro fino es igual a mujer bella en la cama), era colocada en horario estelar sin importar si la veían los niños.
Cómo sería de arrecho el poder de la televisión que las transnacionales de las comiquitas cuando se dieron cuenta que en los barrios gustaba la musicalización de los cómics, que era a base de clásicos de Mozart, Chopin Beethoven, Bach, decidieron eliminarla. En Rating, Barrera Tyska se va por las ramas como la Monachita y no profundiza a la TV como un arma de guerra mediática.
Pero vayamos al simulacro de debate. Si alguien quiere entender papayita lo que es un debate sólo tiene que leer el artículo Cuál debate, de José Amesty, en aporrea.
¿Un debate para qué? ¿Qué significan las primaras de la MUD? El debate de los precandidatos de la MUD con un resultado configurado, con preguntas montadas, a lo mejor con ensayo y hasta con castings. Ese evento fue más de lo mismo; fue la repetición de lo que dicen los precandidatos de la cuña. El único que se salió del guión fue Diego Arria al plantear un llamado a una Constituyente. Palabras más. Palabras menos. Expresó hoy el escritor Agustín Blanco Muñoz, en Entre periodistas, por Televen. El objetivo del debate fue elevar el Rating, los números de aceptación del mensaje en los televidentes. Ese fue el plan y para eso lo montaron. Se necesita ser bien fanático para no aceptar que no tuvo contundencia, relevancia. Porque en verdad no fue un verdadero debate, no hubo confrontación de ideas. Todos hablando mal del Gobierno de Chávez. El mismo set tenía ribetes de show televisivo. Se me antoja que el escenario debió ser más pueblo. Y junto con los estudiantes debieron haber incorporado trabajadores, amas de casas, deportistas, campesinos. Sólo con estudiantes no se gana Rating y sino que se lo pregunten a Barrera Tyska. A propósito sería interesante saber qué opina públicamente este escritor del referido evento.
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