De entrada, les pido disculpas por comenzar con una experiencia infantil que creo puede aportar a la reflexión de esta semana. Recuerdo una novia que tuve de niño, era la niña más linda del preescolar y estaba orgulloso de ser su novio. A todos les hablaba de mi novia y les contaba lo bien que nos la llevábamos. Un día mi mamá me preguntó: “¿y ella sabe que es tu novia?”. Mi respuesta fue algo así: “¡claro que no! ¿Cómo se lo voy a decir? ¡Me da pena!”
Con este ejemplo proveniente de algo tan humano como el amor, aprendí la diferencia entre querer y poder, diferencia que en el fragor de la política venezolana de estos días, especialmente desde las filas opositoras, algunos parecen no haber comprendido aún. Quienes aspirar ser la opción presidenciable por parte de la oposición, con su ausencia de argumentos de peso y de propuestas mejores a las que ya – a ratos con sus bemoles- desarrolla el Gobierno Nacional, son un claro reflejo de ello. Representan una cruda expresión del querer vaciado de contenido y perspectiva, un querer que aunque se afanen en intentar mostrar lo contrario, tiene como única “propuesta” las mismas consignas melladas de la Coordinadora Democrática durante los aciagos días de 2002 con su “Chávez vete ya”; o el “no es no” que reflejó la ausencia de argumentos contundentes durante las jornadas refrendarias de la reforma (2007) y posterior enmienda (2009) de la Constitución Nacional.
Siguen sin entender que un proyecto de país no puede soportarse en un sentido negativo, entendiendo por éste a la construcción que tiene como punto partida aquello “que no es”. Cuando los precandidatos de la MUD llaman propuesta a una sentencia del tipo “voten por mi porque no soy Chávez”, sólo dejan constancia que su deseo de querer va de la mano de una severa incapacidad de poder, fórmula de otro fracaso anunciado.
Así como aquella niña linda nunca fue en verdad mi novia, los y las presidenciables de la oposición tampoco son una realidad. Para poder no basta querer, se necesita tener con qué. O como el Pueblo con sus poderes creadores bien lo sabe y lo dice: los deseos no preñan.
oliver.reina@gmail.com