Desde nuestra trinchera de ideas avisoramos el cambio y salto cualitativo en la conciencia social y conducta electoral de la población venezolana que se ha manifestado en los últimos tres años. Este fin de semana constatamos dos formas de expresarse esa conducta que deben resultar objeto de profundo estudio.
En política, la participación ciudadana se concreta de muchas formas ante un reto o una oportunidad de para su clase o grupo social, según los valores y creencias con que se visualizan. Las tres formas más generales de expresarse esa conducta son la aprobación, la indiferencia o el rechazo.
Este fin de semana, cuando se celebraron las llamadas “Primarias” de la contrarrevolución venezolano-estadounidense la participación lograda por este segmento social opuesto a las transformaciones revolucionarias no fue de aprobación (sólo 16% según sus propias cuentas), sino que ante el llamado electoral publicitado por más de cien radios y varias televisoras nacionales e internacionales, primó la indiferencia y el rechazo.
El digno pueblo, el mayoritario que alcanzó el 84%, sea por indiferencia de aquellos que están en pleno proceso de concientización o por decisión firme de no hacer el juego a los explotadores capitalistas, rechazó las maniobras embelezantes de la oligarquía y sus viejas prácticas chantajistas y humillantes como esa de comprar votos a través de pagos directos o de rifas, o de decir “todo lo que aguante el papel” a sabiendas que “las palabras se las lleva el viento”.
Sin embargo, con una disciplina ejemplar, las masas juveniles por miles se congregaron en La Victoria, estado Aragua, para celebrar el Día de la Juventud, junto a su indiscutible y querido líder político, Hugo Rafael Chávez Frías, quien abrió las puertas del Olimpo y las aulas universitarias a la saludable juventud venezolana, lo cual resulta muy sintomático para estudiar los impactos cognitivos y afectivos que van teniendo los medios públicos y privados sobre los sectores juveniles.
En realidad, la mayor parte de ese 84% de la población electoral y los menores de edad pudieron observar por televisión, o quizás in situs, la aprobación de quienes escualidamente fueron a los colegios electorales, la indiferencia con que muchos se expresaron por televisión que más indicaba la presión a que estaban sometidos que una actitud contrarrevolucionaria frente a una realidad cada vez más favorable a la ciudadanía, y el rechazo de la generación más joven a quienes tratan de arrebatarles su futuro.
Millones vibramos de emoción desde nuestras casas al ver esa juventud virtuosa, talentosa y valiente desplegada en La Victoria. Ellos no creen en quienes los han mantenido durante trece años olvidados e ignorados, ellos creen en el Comandante Chávez.
Las mejoras sociales ocasionadas por la Revolución Bolivariana van transformando la realidad y también las conciencias. Creer otra cosa es andar por los aires, como andan esos diputados contrarrevolucionarios que a toda voz gritan en la Asamblea Nacional que son mayoría cuando ni logran remontar aún entre ellos mismos, su mayor cifra alcanzada de votos.
Lo más significativo de la votación de los sectores contrarrevolucionarios de este domingo Día de la Juventud es que sus capacidades políticas y de su entorno van reduciéndose cada día más. Cerrándose alrededor de los políticos violentos y demagogos, como son Henrique Capriles Radonski o Pablo Pérez, radicalmente lacayos del imperio, que disponen de recursos financieros para manipular el poder a su antojo, lo cual no les augura un buen futuro político, sino una rotunda derrota frente al Comandante Chávez quien no sólo se enraizó en los corazones de los soldados y oficiales que defienden la Patria sino también en las mujeres, abuelos, abuelas, y sobre todo, a efectos estratégicos, en la irreverente juventud que cada día es más bolivariana de corazón, de conciencia y de acción.
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