La crisis de la burbuja financiera inmobiliaria que implosionó Wall Street a fines de 2007 y comienzos de 2008, rápidamente fue desestimada por los “expertos” analistas del stablishment mundial. No era de extrañar, a fin de cuentas son los únicos que tienen derecho a plenar los espacios de opinión de los medios de propaganda capitalista con su ristra de sandeces.
La gran mayoría de ellos, para decirlo en jerga futbolera, jugaron posición adelantada. En un esfuerzo desesperado por abrirle cortafuegos al candelero desatado con la especulación, la estafa y el afán de lucro ilimitado, intentaron tranquilizar a los mercados, que no a las personas, con endebles e insólitos razonamientos: que si la caída tendría un efecto en V (Un descenso para luego ascender), que luego se convertiría en doble VV, que si la confianza está volviendo, que si los mercados están tranquilos, que ya no tienen hambre y tampoco tienen frío, porque papá Estado les busca el maíz y el trigo. ¿Do you remember? el formidable plan de salvataje, odiosa palabreja, también insólita, que machacaron hasta el hartazgo en las postrimerías del segundo gobierno del genocida George W Bush.
Pero lo único cierto, lo concreto, después de cinco años de crisis, es que ninguno de los apremiantes problemas se ha resuelto, más bien se han puesto como dirían los chamos de mi época: súper peluísimos. La otra certeza que tenemos, es al mismo tiempo una incertidumbre, pues tampoco sabemos cuál letra del alfabeto puede servir para graficar la dramática situación de la Economía Mundial, ¿Usarán la T, con el palito de arriba un poco más abajo, para que parezca una pesada cruz a las espaldas de los nadies o tendrán que inventar una triple V con circunvalaciones?, o sencillamente una L, pero con el palito de arriba enterrado hacia las profundidades.
Aunque quieran hacernos creer que las cosas van viento en popa, la verdad es que el paciente no mejora y miren que le han metido dosis enormes de dinero, al decir de cierta tecnocracia, inorgánico, porque no cuenta con ningún respaldo. Los EEUU prendieron la maquinita de hacer dólares, pero el monstruo es insaciable.
Esto último aunque parezca intrascendente, en realidad no lo es, en la fuerza simbólica de los giros expresivos del capitalismo reside buena parte de su poderío. Por tanto, no debe tardar en aparecer alguna figura o creativa forma expresiva, para tranquilizar a los mercados, de esas en que es realmente rico el modelo de negocios tecno-empresarial-académico, como por ejemplo: accesar (curiosa mezcla de acceder con ingresar), emprendizaje (fusión de aprendizaje con emprendimiento) o comunimática (híbrido mutante de comunicación con informática).
Falsas proyecciones
Mientras el capitalismo corporativo se las ingenia para explicarnos qué está pasando de una forma, digamos, edulcorada, es bueno recordar que estos cinco años se han encargado de triturar el optimismo irresponsable de voceros prominentes del sistema, como el presidente de la Reserva Federal norteamericana, Ben Bernanke y distintos representantes del nefasto Fondo Monetario Internacional (FMI), entre ellos su nada discreto expresidente Dominique Strauss Kahn.
De acuerdo con los pronósticos de estas dos estrellas del firmamento neoliberal (Bernanke y Strauss Khan), para fines de 2009 la crisis estaría resuelta y en 2010 los problemas se habrían terminado. Prueba superada. ¿Reímos o lloramos?
Salvataje mediante, abrieron el chorro de plata. Cerca de US$ 8 billones (Cada billón equivale a 1 millón de millones de dólares) se han tragado los fulanos planes de salvamento aplicados en EEUU y en Europa, todos con magros resultados para reactivar el crédito y recuperar el crecimiento económico mundial. Por si fuera poco, en el capitalismo siempre hay espacio para que las cosas vayan peor, parte importante de esa enorme cantidad se ha utilizado para premiar a mafiosos y estafadores de cuello blanco.
Sí, a los pillos, a los que se robaron la plata, a los responsables de este desastre los premiaron con jubilaciones mil millonarias y paracaídas dorados, mientras se cuentan por cientos de miles los desempleados y las familias que quedaron al descampado, producto de este fraude de inmensas proporciones.
En Europa las cosas han alcanzado ribetes de una verdadera tragedia griega, puesto que, eufemismos aparte, la plata inyectada por el Estado para salvar a los capitalistas, está siendo usada por éstos, como genuinos representantes de una sórdida fauna financiera, para chantajear a sus benefactores, obteniendo fantásticas y rápidas ganancias en la orgía especulativa de los títulos de la deuda pública.
La crisis ya no es sólo inmobiliaria y financiera, es una crisis económica global, al decir de economistas serios, como el cubano Osvaldo Martínez. Las estimaciones del Banco Mundial refieren que esta crisis podría causar entre 200.000 y 400.000 muertes infantiles adicionales al año, entre 2009 y 2015, lo que significaría el espeluznante número de entre 1,4 millones y 2,8 millones de niños asesinados a manos del capitalismo.
Las proyecciones de desempleo y hambre mundial tampoco son nada halagadoras. De hecho, antes de que eclosionara la burbuja inmobiliaria o subprime los datos disponibles eran alarmantes: cerca de 1.000 millones de hambrientos, 1.400 millones de pobres y 190 millones de desempleados.
Después de la caída del muro de Berlín, un argumento frecuente para descalificar a los comunistas y a la gente de izquierda era enrostrarles que defendían una ideología trasnochada: “!Eres un comunista trasnochado, ese modelo ha fracasado, te podía espetar con la mano alzada cualquier Torquemada neoliberal!”. Y ahora, que el tan mentado rostro humano del capitalismo se hace añicos, que toda la parafernalia del Welfare, o Estado benefactor se cae a pedazos en el propio corazón del capitalismo mundial, que la vuelta salvadora al Keynesianismo de comienzos del siglo pasado no basta para detener esta hecatombe, cómo podemos referirnos a la oposición venezolana.
Ávida de abrir los mercados, desregular, flexibilizar el empleo (eufemismo usado para justificar formas de explotación más brutales y criminales), reducir a su mínima expresión al Estado y, por supuesto, privatizarlo todo. Por absurdo que pueda parecer nuestra oligarquía local, encabezada por un Henríque Capriles Radonski, vestido con piel de corderito, ansía retomar las riendas del poder político. De lograrlo, conoceríamos al verdadero lobo feroz entregando la Patria al factótum de la iniciativa privada (otro hábil eufemismo para designar a las mafias parasitarias y especuladoras internas y externas). ¿Es que no se han enterado del fracaso neoliberal?, lo saben perfectamente, pero apuestan a nuestra ignorancia. Urge confrontarlos y desenmascararlos, una buena forma de hacerlo es votando por Chávez el 7 de octubre.
dcordovaster@gmail.com