A todas luces, ni el financiamiento empresarial concedido al candidato derechista, ni la sucia guerra mediática a su favor, ni las maniobras de los partidos políticos que lo respaldan (unos con mayor lealtad que otros) han logrado mejorar la imagen de este exótico personaje electoral, quizás porque todavía su comando táctico no asimila que es una propaganda caricaturesca y suicida presentar a un rancio burgués como la versión venezolana de Lula Da Silva.
Igual a quien contrae una enfermedad por la ingesta de un tóxico mondongo ideológico, el hoy mandatario regional plantea ante medios de comunicación, un fulano proyecto de ley para las misiones; ocultando que en el estado Miranda, todas las políticas públicas de Chávez han sido saboteadas por su burocracia contrarrevolucionaria y enemiga del pueblo.
Ciertamente, en este patético panorama para el oposicionismo, reaparece el libreto de la aventura desestabilizadora como alternativa para intentar revertir la tendencia que encumbra a Chávez a la reelección presidencial, por ello las circunstancias indican que Capriles Radonski será sacrificado políticamente por sus jefes, pues lo que más le interesa hoy a la derecha venezolana es producir un escándalo nacional (el tratamiento mediático al conflicto carcelario en La Planta es evidencia objetiva de esto) para estimular la angustia colectiva y golpear la reputación del Gobierno Bolivariano; no tanto con la esperanza de un milagro electoral, sino como justificación para desconocer el resultado desfavorable de la venidera votación.
(*)Abogado Constitucionalista. Profesor de estudios políticos e internacionales