Mi amiga Nora Duarte, luchadora donde la pongan, me mandó el jueves un correo electrónico no sin antes advertirme que el contenido del mismo no era fruto de sus travesuras, sino que como lo indicaba en el asunto, “así me lo enviaron”.
Al principio, lo que leí dentro del sobre de la computadora me generó algo de intriga y mucha risa para, al final, terminar con piquiña. Veamos:
Era una lista con 36 nombres de personeros de la derecha más rancia de este país que integrarían el gabinete de Henrique Capriles en el supuesto negado de que la carreta perdiera las ruedas el 7 de octubre. Carlos Molina Tamayo, golpista de abril, sería ministro de la Defensa. Isaac Pérez Recao, golpista de abril, asesor ejecutivo de Pdvsa y presidente de una fulana junta de restructuración. Leopoldo López, golpista de abril (por decir lo menos), ¡presidente de Pdvsa!
Como ministro de la Banca, Eligio Cedeño, el mismo que huyó por los aires verdes luego de ser acusado de “desaparecer” 27 millones de dólares de todos los venezolanos. Francisco Bautista, quien en abril de 2002 arengó a la marcha desde Chuao, estaría a cargo del Ministerio de Comunicación e Información. De Interior y Justicia se encargaría Julio Borges, quien, antes del golpe, pidió la renuncia hasta de Cristo mismo.
En cuanto a organizaciones, Abastos Bicentenario, Pdval y Mercal, serían patrimonio de Empresas Polar, mientras que Cantv, Movilnet, empresas de energía eléctrica y el Banco de Venezuela, quedarían también bajo el terrible y escalofriante manto de la privatización.
Hay más nombres, muchos más, pero poco espacio para seguir empañando esta página. Lo cierto del caso es que, modestia aparte, piensa uno que Venezuela ha avanzado tanto en el tiempo que una propuesta de esa naturaleza es casi que un insulto a la inteligencia del ser humano. De allí que la segunda lectura al texto original genere algo más que piquiña.
Definitivamente, además de peligroso, loco y atentatorio de la nueva mentalidad, un gabinete así tiene las patas rencas. ¡No sirve!
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