Los Escuálidos están muy Tristes

No sólo fueron merecidamente defenestrados de Miraflores, sino que han perdido su arrogante ascendencia sobre los pendejos, hoy ex marginados

Las clases económicas en general de aquí y acullá marcan dos (2) diferencias entre los miembros de cada una de aquellas: En cuanto a la a los miembros de clase opresora-la eufemísticamente llamada burguesa-, se distingue por el poder oligopólico que le brinda haberse adueñado de los medios de producción básicos en toda sociedad, y haberlo hecho lícita o ilícitamente ya que desde el punto de vista burgués igual derecho les da haber robado impunemente, amañado “negocios chuecos”, incurrido en colusiones varias, que haber sudado la gota gorda para atesorar un capital de arranque. Jurídicamente, según el propio Derecho burgués hecho por tarifados de la burguesía- el origen y procedencia económica del capital dinero no cuentan para nada ni desmeritan su pertenencia a esta primera clase.

En cuanto a la clase expropiada, peyorativamente llamada proletaria, marginal, pobre, floja, desorganizada o pendeja, sus integrantes se distinguen por su pobreza rayana en la miseria con curiosas excepciones de proletarios tarifados por la primarera clase mediante un poco de riqueza en sus bolsillos y mucha limpieza en sus cerebritos de alienados.

Es así cómo observamos que bastaría una mudanza desde el hábitat que les vio nacer y crecer hacia otro hábitat que exhiba connotación de gente “decente”, independientemente de que dicha mudanza, súbita o programada, la realicen al contado o contrayendo onerosos, largos, riesgosos y hasta crecientes compromisos financieros. Como sábese, los cambios de hábitat de peor a mejor no sólo involucran una vivienda de mayor precio, sino mayores erogaciones constantes por concepto de mobiliario, de su reciclaje con mayor frecuencia, el cambio de vestimenta y hasta los cursilletes de “buenas” costumbres clonadas de la clase opresora a la que obcecadamente pretenden imitar con ridículas demostraciones de pequeña y hasta mediocre burguesía (Léase León Tolstoi, La Muerte de Iván Ilich). Hay algunos proletarios que hasta tienen el tupé de comenzar a regalarles a los pobres unos cuantos regalitos de tercera en las Navidades, canastillas para las madres pobres con cargo a los fondos que atesoran en su largas y cotidianas sesiones de juergas y jueguitos de envite y azar: “canasta”1, entre otras modalidades de lúdico ocio practicado y característico de unas damitas tan explotadoras como sus maridos. Hasta les regalan a sus personales “cachifas” las bañeras harto defecadas por sus adorados bebecitos, cosas así.

Desde luego, por favor: no confundamos mejoras en nuestra manera de vivir y satisfacer nuestras comunes necesidades, con ese ridículo y notorio infatuamiento que tanto adornan a los escuálidos de aquí y de acullá y que se manifiesta inversamente proporcional al huecote de la pobreza de donde hayan emergidos quienes van mejorando de estado social y mudado con hábitos recién adquiridos. Sólo les falta mandarse a investigar y elaborar, por vivianes que nunca faltan, sus correspondientes árboles “ginecológicos” donde se les demuestre que ahora son “gente decente” porque entre sus ancestros ya los hubo, tal como cuentan algunos Historiadores que solía hacer el celebrado Herodoto con cada familia anfitriona donde hacía sus gratas y opíparas pausas a lo largo de su interminable peregrinación por los pueblos y pueblitos orientales, ya y desde entonces seguros de que descendían de uno que otra divinidad terrenal.

Nuestros escuálidos criollos están al borde de la locura verdadera, así como lo están los indignados de Europa quienes en estos momentos se mesan sus dorados cabellos al enterarse de que ganarán menos salarios, trabajarán más años, se les bajará el copete y ya no tendrán aquellas dotes psicológicas que marcan la segunda diferencia que ofrece la división de clases, esto es: su sentimiento de superioridad personal sobre los pendejos, además del mejor billete que hayan logrado de una u otra forma. Una supuesta superioridad que les brindó ascendencia sobre los pendejos suramericanos, con excepción de los argentinos que también se las traían antes de haber sido fundido por ese mismo capitalismo que hoy les da “caída y mesa limpia” a la infatuada y rancia Europa Occidental.

En paralelo, los ex marginados en Venezuela hoy tienen por primera vez propiedad inmobiliaria libre de secuestros, propiedad mobiliaria libre de embargos, Clínicas hospitalarias libres de ser muertos antes de ingresar. Tienen una propiedad terrenal, más acá de las fantasiosas promesas paradisíacas que desde hace miles de años se les viene ofreciendo a los pendejos de la manera más engañiflosa porque supuesta o demagógicamente de ellos sería el feudo del más allá.

Hoy el pueblo llano, el no escuálido, tiene poder económico, tiene una casa propia, y así como los escuálidos le han temido infundadamente a Chávez porque supuestamente éste les quitaría una de las dos o más casas que tienen, o la carnicería especuladora, o la panadería especuladora, o la clínica hospitalaria especuladora, o la zapatería especuladora, o la librería especuladora, o la bodega especuladora u otras propiedades materiales en manos de los escuálidos, asimismo, ahora estos beneficiarios del Estado bien gerenciado por Chávez tienen mucho que perder porque precisamente perderían aquella casa, aquellas pensiones seguras de cada mes, aquellas clínicas hospitalarias, aquellas medicinas, aquellos cupos universitarios, y particularmente esa autoestima que les está permitiendo caminar erguido con su frente bien en alto porque, además de estas flamantes propiedades materiales, tienen el orgullo de tener sólo lo que han trabajado, a diferencia de algunos escuálidos cuyos patrimonios no resistirían una ligera auditoría patrimonial por parte del Estado. Conminar erguidos sin el infatuamiento del escuálido que se creyó invencible con su ayuda de los explotadores extranjeros, con su servilismo antipatriótico, cosas así. Es lo que los ex marginados perderían si la Derecha volviera a Miraflores de donde merecidamente, repetimos, fueron defenestrados.


1 DRAE: 3. f. Juego de naipes con dos o más barajas francesas entre dos bandos de jugadores.

marmac@cantv.net

22/09/2012 10:46:33


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Manuel C. Martínez


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