Situación esta que en el marco de la campaña electoral presidencial, lejos de ser aprovechada por la oposición para concatenar sus prédicas con las prácticas, en contra de la corrupción y la lucha sin cuartel por la integridad y la transparencia, terminó desenmascarando la triste realidad que caracterizó a la cuarta república, llena de argumentos vacuos para tratar de justificar tan ignominiosa acción, deviniendo en lo que siempre ha sido la oposición venezolana: “Una sociedad de cómplices”.
Lo cual se acentúa en este momento cuando el control del oposicionismo está en manos de una derecha reaccionaria, definida por el canciller Nicolás Maduro, como: “dirección política que ha secuestrado a la oposición venezolana, que responde a una visión muy conservadora… para acumular fuerza propia y desplazar a todos los factores y terminar convirtiéndose en el hegemón de la oposición” y su conducta viene definida por marcados rasgos como lo son: la irresponsabilidad, falta de palabra, escurridizos y sobre todo corruptos.
De allí que no sólo ven como un hecho normal el bochornoso acto de corrupción del diputado Caldera. Además cual sofistas, hacen esfuerzos para demostrar que no es delito y posicionar la matriz de opinión que, un corrupto grabado y confeso no es tal, sino una simple víctima, con el cual sólo hay que tener compasión y defenderlo a ultranza para resarcirlo moralmente.
Percibimos en su justa dimensión, cual es la catadura moral de esta derecha, desprovista totalmente de valores y principios y que en reiteradas oportunidades han tenido el descaro, de tratar de burlarse de la inteligencia de los venezolanos al extremo de negar hechos que han sido comunicacionales, públicos y notorios como, su participación en los sucesos del golpe de estado del 11 de Abril, el asedio a la embajada cubana, el acto lascivo en un BMW a pesar de existir un acta policial, el forjamiento de un documento oficial de la Fanb o el programa de gobierno de la MUD, mejor conocido como “El paquetazo neoliberal”, firmado por capriles el 23 de enero. A todo responden con un simple: “Yo no Fui”.
Que a la luz de la criminología, donde se evalúa la personalidad de los delincuentes, son rasgos definidos como estáticos, rígidos y prestablecidos donde nunca se asume responsabilidad de los actos producto del comportamiento desadaptado.
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