¡Se acabó! Estamos destrozados. Sacamos votos, pero el dictador se impuso. No hubo fraude y menos mal que Ramos Allup no empezó con esa pendejada, sino que un grupo de desinformados, se fue a la Plaza Altamira a recordar al General González González y allí estuvieron echando vaina un rato. Embajada Radonski reconoció el triunfo del dictador. Y reconoció además que no hubo fraude. Eso está del carajo. Dijo también que era un demócrata a carta cabal, pero eso está por verse, porque hay vainas que estos chavistas no olvidan: La búsqueda del Ministro Ramón Rodríguez Chacín, el asalto a la Embajada de Cuba, y sus declaraciones al lado de Julio – Vendedor de sardinas- Borges. Esas vainas no fueron nada democráticas y hay que ser sinceros. No hay que olvidar que ahora la política en este país es la sinceridad. Por eso el dictador está allí, porque reconoció su fracaso cuando intentó quedarse con el poder cuando Carlos Andrés Pérez. Así que a no pararle bolas más nunca a Fracaso Petkoff, quien nos dijo que Manuel Rosales era un candidatazo y no perdía en las elecciones, después no se cansó de decirnos que Embajada Radonski no perdía con nadie y menos con Chacumbele, así llama él al dictador, creyendo que se la está comiendo. Y lo mejor que debe hacer Fracaso Petkoff es retirarse ya de la política porque, como decíamos en el MAS: Ya está bueno ya.
La elección fue una fiesta. Vinieron más de diez mil periodistas y observadores de todas partes del mundo. Y los venezolanos se portaron del carajo. Votó más del 80 por ciento, y esa vaina es un record. Así que ese cuento de la dictadura tenemos que pensarlo muy bien, aunque nosotros seguimos creyendo que este hombre es un dictador o por lo menos un autócrata, como lo llama Pompeyo –Santos Yorme- Márquez. Es decir, que no pasó lo que los chavistas creían que iba a pasar, nosotros aceptamos nuestra derrota. Allí estaba Andrés Velásquez llorando como una madre superiora, pero eso es un detalle. Es verdad que estamos tristes. Pero hicimos el trabajo. Lo que pasa es que el candidato, hay que reconocerlo, no era el mejor. Demostró que no conocía el país y lo que estaba haciendo era turismo de aventura. Se equivocaba cuando hablaba de los lugares donde estaba y cuando daba los nombres de ciertas especies. Se puede decir que era cierto lo que decía el dictador, que nuestro candidato no era político, allí no vimos nada de política sino puro progreso, paz, futuro, esperanza y los tiempos de Dios son perfectos.
El papá de Margot, cuando vio a Tibisay Lucena cantar el veredicto, se fue al cuarto, le dio su respectivo coñazo a la puerta y dijo. “Pal carajo los enfermos”.
- Adiós muchachos, compañeros de mi vida. – me canta Margot
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