Cuando el humor se utiliza para el descrédito, para ridiculizar a las personas, para someterlas al escarnio público, es un humor sesgado y se transforma en simple arma política propia de la guerra en cualquiera de sus acepciones y pierde todo cuanto le caracteriza como saludable expresión inteligente y amena del genio humano.
En este sentido me gustaría ver, por ejemplo, en el programa de los Roberto un video que en vez de “Capriladas” llamen: ¿”Filosofadas”? Porque, déjenme decirles, tienen la misma factura aquellas incoherencias y expresiones alocadas a las que nos sometió Radonsky en la campaña presidencial y nos causa tanta risa, a las que diariamente oímos en VTV en el programa Cayendo y Corriendo y que bien podrían rebobinarse tres veces en el programa La Hojilla cuando el filósofo que se vanagloréa se refiere al alcalde del municipio Naguanuagua.
Podrían decirme que en la revolución bolivariana estamos en guerra y hasta el humor se utiliza como arma contra el enemigo y yo aplaudiría, porque algo sé de su efectividad en tal sentido. Pero me gustaría que me dijeran quién es el enemigo porque parece ser que no es el mismo que yo tengo. Porque si se refieren a Miguel Henrique Otero (que si es mi enemigo, enemigo de clase, enemigo del pueblo venezolano) entonces, pregunto: ¿quién lo está financiando? ¿De dónde sale la supuesta fortuna que está amasando?
Esa es la pregunta que el filósofo pretende eludir para contrabandearnos la idea de que el asunto se queda en una simple queja sobre la falta de libertad de expresión por parte de los golpistas, o mejor dicho; manipula la información para sustraerle al televidente el problema de fondo, que no es otro que el tratamiento que el gobierno “revolucionario” le da al enemigo del pueblo venezolano. ¡Qué descaro el de este filósofo! Ante la duda de los técnicos a mostrar la cara de Chávez en el portal aludido, Noticias 24, el filósofo los alienta; “confíen en mí”, “este es un espacio de libertad”, les dice, y a continuación echa tierrita al televidente haciéndonos creer que el problema es que la oposición no pueden quejarse de la falta de libertad de expresión por cuanto el gobierno es tan bueno y permisivo que hasta les da pauta publicitaria.
Aquel que ingenuamente pensó que este señor al fin se comprometía con la crítica, siguiendo la objetividad con que Aporrea abordó la noticia, debió caerse, (¡Plop!) como Condorito, al ver como este señor, experto en la manipulación, despojó el “documento” de Aporrea del valor documental que sí tenía, en vacua noticia de somnífero espectáculo televisivo.
Pero esto no es casual, está pensado y realizado con el único fin de dorar la píldora que en adelante el pueblo venezolano deberá tragarse cada cierto tiempo por prescripción del gobierno ante sus acciones de acercamiento a una derecha que sí tiene objetivos claros de cómo obtener sus beneficios, no solamente de tipo económicos como son las mil millonarias pautas publicitarias del gobierno y del PSUV a muchos medios impresos, televisivos y digitales de los golpistas, sino también de otro tipo, porque en definitiva ¿a quién beneficia la represión y el maltrato recibido por Yukpas y Mapuches por parte del gobierno indigenista? ¿A quién beneficia la suspensión del programa de tv., por falla eléctrica tan oportuna, ante las críticas de los obreros al gobierno obrerista? ¿A quién beneficia la imposición de la candidatura de Rangel Gómez en Bolívar por parte del gobierno de participación y protagonismo popular? ¿A quién beneficiaría el indulto de los asesinos de Puente Llaguno? ¿Dónde quedan los derechos humanos de las victimas de tan infausto día? ...
En fin, si no fuera por la gravedad del asunto, movería a risa, y este personaje encajaría perfectamente en alguno de los programas de humorismo fofo y seudo porno que abunda en la televisión venezolana. Pero una cosa es tan lamentable como segura y sin una pizca de humor o en todo caso de humor “afrodescendiente”: en la medida que el gobierno se acerca a la derecha se aleja del “corazón” del pueblo venezolano. No es que así lo crea, estoy seguro de eso.
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