Observar a los sectores opositores, tales como la Mud, la Conferencia Episcopal, los medios de comunicación privados, desgarrarse las vestiduras exigiendo el estricto cumplimiento de la normativa constitucional en la situación actual, producida por los graves problemas de salud que aquejan al Presidente Chávez, reelecto una vez más, por un pueblo que le ha manifestado su apoyo mayoritario, y recordar las imágenes del Golpe de Estado del 2002 y el Dictador Carmona juramentándose a sí mismo, siendo aplaudido y apoyado por esos mismos sectores firmantes del Decreto, refleja con nitidez una descarada hipocresía. Pretender hoy exigir formalidades tratando de utilizar a su favor el estado de salud del Presidente reelecto, y evocar las imágenes de aquella escena deplorable del 2002, no requiere mayores argumentaciones, ni mayores esfuerzos intelectuales para deslegitimar los argumentos de la derecha ante la situación que estamos viviendo.
Frente a un hombre querido profundamente por su pueblo, electo continuamente a lo largo de estos años, caso excepcional en el ámbito político mundial, que se enfrenta a esta dura situación de salud y aquel representante de la cúpula empresarial, auto juramentándose como Presidente sin el menor apoyo popular, ¿qué se puede añadir? ¿cómo pueden los que apoyaron semejante barbaridad pretender hoy exigir formalidades constitucionales que ellos pisotearon inescrupulosamente?
Aquí la única realidad que se debe ver, por encima de cualquier interpretación sesgada e interesada, es ese inmenso apoyo popular que sigue teniendo el Presidente Hugo Chávez, plenamente identificado con los sectores más humildes que tanto lo quieren y protegen. Esta verdad se siente, se palpa. Ese mismo pueblo que impidió con su presencia en las calles que se materializaran las intenciones de aquellas cúpulas en el 2002, hoy está rogando porque su líder se recupere y retorne al lugar que le corresponde, e impedirá nuevamente cualquier conducta que pretenda pisotear esa voluntad mayoritaria tantas veces manifestada.
Algunos quisieran que desapareciera definitivamente de la escena política, pero tal situación no va a ocurrir porque ya se ha integrado profundamente con nuestra tierra y su pueblo, por lo cual su mensaje, su voz, su grito no podrá ser acallado jamás. Es el grito de millones que se multiplican, se reproducen constantemente. El que tenga ojos que vea y no permita que sea falseada esa realidad que se manifiesta diariamente en nuestro país y en nuestro continente.
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