El señor Teodoro Petkoff, en su editorial del 16 de mayo de 2013, ha desnudado por lo menos, dos realidades de la tragedia que significa su ocaso intelectual. En una pieza literal de 11 reiterativos párrafos, se apresura a negar con la letanía del rezo desesperado, e invocando quizá, el poder de la palabra, para embrujar el obsceno objeto del deseo, cual muñeco de vudú, nada menos y nada mas, que al chavismo: el movimiento socialista, resucitador de los pueblos del mundo, es decir, de los pobres de esta tierra; porque al igual que los puristas marcartistas (para utilizar la puridad de Teodolo), agobiados por las pesadillas en donde veían masas de desalmados comunistas que invadían todos sus espacios, hasta debajo de las camas, los petkoffistas todavía ven en los seguidores del Comandante Supremo, hordas de desdentados, sempiternos viajeros de autobuses con bollos de pan debajo del brazo y una carterita de guarapita en el bolsillo, ataviados de franelas rojas, dispersos y desorientados como los ejércitos de El Libertador a la muerte de este.
La primera realidad que desnuda, es la angustia que le produce su transito por las postrimerías. Antes de abandonar la nave hay que anatemizar el peligro. De allí el morbo de la repetición, lo que constituye lo pornográfico de sus deseos. En los primeros siete párrafos, de unas cuatros líneas cada uno, apretuja estas ocho oraciones: 1- Cualquier cosa que pudiera considerarse "chavismo" ha desaparecido. 2- Con él desaparece también el proyecto que fue conocido como "chavismo". 3- Pues bien, cualquier cosa que pudiera considerarse "chavismo" ha desaparecido. 4- El personalismo que caracterizó el régimen del comandante mató ese movimiento. 5- los restos del chavismo giran en una suerte de vacío de liderazgo. 6- El chavismo, pues, como tal, ya no existe. 7- Sin embargo, no estando físicamente presente, tampoco hay chavismo, porque más allá de su figura no había más nada. 8- El chavismo puede considerarse en vías de desaparición.
Con ello no solo evidencia la rapidez que necesita para que sus anhelos se cumplan, sino el desvarío en confundir los deseos con la realidad, producto, o propio, de los que hace rato, abandonaron las herramientas científicas para el análisis de los procesos históricos y en cambio abrazaron las supercherías de la ambición.
La segunda realidad es aquella que no ve, pero que lo arrastra inexorablemente, como a todo venezolano de este minuto. Abatido por la fuerza de la idea, la que en el noveno párrafo lo hace escribir: “Porque, el mero fallecimiento de Chávez, en ausencia de herederos de su talante, ha cambiado el país”. Para empezar el país cambió desde aquel bienaventurado día del “Por ahora”, y no solo el país, La Patria Grande y el Caribe, y su influjo recorre Europa, África y mas allá. Chávez Cambió al país, y esa es una realidad que ni Petkoff puede ocultar, someramente puede disfrazar con una alusión a sus “herederos”, los cuales somos todos (incluyéndolo), pero no con su ausencia física, lo hizo cuando le dio continuidad a la historia, la convirtió en un bien altamente preciado que todos llevamos con orgullo, ese ego que hoy en día nos gastamos. Nos devolvió la patria (incluyendo a Petcokff), aquella que nos obliga a defenderla, por eso somos independientes, antiimperialistas y socialistas, y todo ello nos hace, no solo imitar a Chávez, sino ser Chávez, incluyendo a Petkoff con su vacuo Titulo: “El chavismo era Chávez”, que para mi, con honestidad me suena mas a: “Yo soy Chávez”.
Por ultimo, no hace falta contestar esta triste expresión del cuarto párrafo, que mas bien parece un “sangrar por la herida: “Legado político, por cierto, en el cual no es fácil distinguir características ideológicas que le den sustantividad” Para ello solo repetiré, sin tratar de competir con Petkoff, lo siguiente: La renaciente hegemonía bolivariana, es irreversible, su manto protector se proyecta a este milenio y mas allá, y en cuya cresta avanza el chavismo como su expresión mas depurada.
¡Chávez vive, la lucha sigue!
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