Debo ser muy sincero y confesar la profunda admiración que abrigo por el inteligente ignorante del Capriles. Desconociendo a Nicolás Maduro se ha declarado el presidente de todos los venezolanos, pero se ha conformado con ejercer el cargo de ministro de turismo.
Es el venezolano que más viaja y el que mantiene el mayor record de visitas al estado Miranda. Es una sensación cada vez que llega a la entidad mirandina. La gente le ve llegar en su jet privado, buscado en lujosísimas camionetas y escoltado por una veintena de pantalleros policías armados hasta los dientes con gigantescos chalecos antibalas en medio de aquellos vaporones.
Él, sorprendido mira con ojos desorbitados rostro y ojos vidriosos con cara del bobo del pueblo sorprendido va preguntando: ¿Quién instaló aquel CDI, ¿y cuando inauguraron esté Centro de alta tecnología?, ¿Cuándo instalaron esta oficina de las Misiones?, denme otro pase ahí.
La confesión de su estrategia internacional ha sido exitosa, acertada, inteligentísima. Ha hecho que los chilenos le gritaran efusivamente ¡concha de tu madre, hijo de p..! Sin dudarlo, es un venezolano que sale a dejar en lo más alto su delicado nombre y el de sus seguidores.
Una de las razones del rechazo por parte del presidente mexicano fue que Capriles le exigió a la cancillería de aquel país un recibimiento con honores y carro blindado de los que utiliza la presidencia mexicana, pues uno de sus asesores le dijo que recientemente aquel país estaba estrenando una flota de vehículos para mandatarios internacionales y a él se le ocurrió montarse en uno de esos.
Cuentan que la mentada de madre que se escuchó en la casa presidencial fue de padre y señor mío. Esto le valió el inminente rechazo de la cancillería el cual se expresó en boca del mismo presidente de la república. Los ministros comentaban: ¿y a este que le pasó manito, le hicieron mal los chiles de los zetas
Las metidas de pata son mayúsculas y el gobierno venezolano debería tomar en cuenta que como recientemente nos catalogaron como el país más feliz del mundo y para seguir cultivando esa simpatía, debe recopilarse en una obra todos estos chistecitos del jafo del Capriles.
En el aeropuerto santiaguino le gritaban para su recibimiento: caramelito, caramelito. ¡Chucha! Que habrán querrán decir los chilenos con eso…