A veces resulta bueno escribir cosas cuando no se están cumpliendo sus fechas de aniversario, celebración o recordatorios. Es muy interesante nunca dejar pasar por los lados hechos que aunque dolorosos hicieron historia, también recordar a mucho traidor que anda por ahí encapillado, sobre todo lo vivido un 11 de abril del recordado año 2002 en el estado Mérida.
Para ese entonces estaba recién trasladada a Mérida la Fiscal Primera Nacional de Delitos Ambientales del Ministerio Público la abogada Miriam Briceño, quien también tiene en sus estudios la carrera de Bióloga.
Aquella mañana del 11 de abril las cosas estuvieron muy convulsionadas, Miriam Briceño había salido de la sede de la Fiscalía ubicada en la avenida 4 con calle 19 diagonal a la biblioteca bolivariana, iba para la ciudad de El Vigía a presentar la acusación en contra de los homicidas del dirigente agrario Luis Mora, asesinado en su casa ubicada en un pueblito llamado San Rafael de Alcázar, carretera panamericana, pero ante una premonición arrastrada por mucha lluvia se regresó.
Un policía solitario detiene su andar y le dice: “Doctora en la gobernación necesitan al fiscal de guardia”, ¿usted puede ir? Algo raro pasa, afirmaba el hombre medio confundido.
Al llegar al edificio de la gobernación en una oficina que da hacia el pasillo por un lado de las escaleras que suben a la oficina del gobernador, estaban unos oscuros señores abiertamente creyentes y muy practicantes de la godarria merideña, eran Fidel Monsalve, Fortunato González ex alcalde copeyano del municipio Libertador de Mérida, Mario Torres quien había sido Secretario Privado del ex gobernador interino por William Daniel Dávila Barrios cuando fue separado por un caso de corrupción, y otros abogados entre ellos Pedro Apolinar quien era Registrador Mercantil.
Wilmer Moreno era el General del Ejército destacado en la 22 Brigada de Mérida, quien no perdió oportunidad para abordar a Miriam Briceño y exigirle que hiciera todo lo posible e imposible para que Florencio Porras renunciara, pues el General estaba muy seguro que en instantes lo nombrarían gobernador.
Arnaldo Galucci Requena era Fiscal Superior, fue un señor sombrío en la responsabilidad que tenía al frente de la Fiscalía de Mérida, aguantador y cómplice de cientos de delitos cometidos por algunos y sobre todo algunas de sus subalternas, consintió tropelías de sus fiscales y fiscalas, sobre todo uno conocido por sus prácticas y acciones llamado Adrián Enrique Gelvez Osorio, hoy en día ex fiscal, funesto, monta expedientes, muy cobarde, pero amparado y con poder.
Pero ya Galucci tenía todo preparado en su participación en aquel golpe de Estado, había comisionado a Manuel Fernando Pérez, quien inició su camino hacia la gobernación para que hiciera el trabajito sucio, pero este ante el arribo de Miriam Briceño se regresó para la fiscalía sin cumplir su tarea, ganas no le faltaron, pero como siempre en todo lo que le asignaban llegaba tarde.
El entonces fiscal 4to de Mérida Manuel Fernando Pérez, quien según me cuentan ahora está en un importantísimo puesto en PDVSA ORIENTE era el asignado para que montara un parapeto judicial donde se hiciera posible la renuncia inmediata del entonces gobernador del estado Mérida, capitán Florencio Porras.
El escondido Fiscal Manuel Fernando estuvo preparado y prestado para hacer toda la porquería judicial que fuese necesaria que permitiera convalidar la violación a la Constitución Bolivariana.
Posteriormente se evidencio su complicidad, cuando diría que se inhibía de conocer de ese caso porque él era amigo íntimo de los golpistas. Este señor tenía entre sus preocupaciones que el gobierno de Chávez le quitaría sus hijos.
Esos han sido algunos de nuestros fiscales del Ministerio Público, opositores y corruptos. Afortunadamente el Ministerio Público se encargó de sacarlo por la puerta que se merecía, la de atrás, pero a Manuel Fernando Pérez y a Adrián Enrique Gelvez Osorio nunca los juzgaron a pesar de haber cometidos varios delitos.
Pero esos se los contare en detalles en la próxima entrega.