Varias son las preseas y reconocimientos de la que puede hacer gala Venezuela como país y no sólo a través de destacados atletas, sino también en otros ámbitos del saber, de las letras, de las ciencias, son pues, muchas áreas donde son muy meritorias y justas las distinciones para el gentilicio nacional.
En medio de todas esas medallas y diplomas destaca una actividad a la que habría que hacer justicia para que tan distinguido protagonista merezca la notoriedad debida y no quede solamente para los y las Cronistas en tiempo futuro, muy por el contrario, no hay mayor reconocimiento para una persona que hacérselo en vida, lo que en la vida se merece.
Vayamos al grano: Antonio Ledezma tiene en su palmare record que son muy, pero muy difícil de superar, por lo menos en esta gran extensión territorial que se llama Latinoamérica –por supuesto- no queda excluida de esta relación todo el Caribe y Centroamérica.
Pues bien, el personaje aludido, decíamos, ha sido el mayor represor de las manifestaciones y protestas estudiantiles en Venezuela. No había huelga en la ciudad capital que Ledezma no dirigiera personalmente las operaciones de mitigación o apaciguamiento de las huelgas y su método persuasivo o de disuasión no era precisamente la negociación o la canalización de las demandas estudiantiles, no, muy por el contrario, la regla de oro en sus macabras actuaciones eran: planazos, perdigonazos, balazos, metrazos, gas lacrimógenos.
Pero es que Antonio Ledezma tenía infiltrado todos los liceos y universidades con su “sapos” de las bandas armadas de AD y gozaba de la generosa información que también le facilitaba la “Cobra”, la banda armada de COPEI.
Lo del apodo de Vampiro que le acuñan a Ledezma no es de ahora como eslogan electoral, no!, es que en verdad, a Ledezma le resultaba como orgásmico salir personalmente a reprimir las protestas estudiantiles, también la de los barrios, rodeado eso si, de 6 a 7 policías que le servían de custodia, se sabía de memoria todas las calles y veredas por donde contrarrestar las protestas o desde donde se podía lanzar las bombas lacrimógenas donde el viento fuera a favor y con facilidad llegara hacia las y los huelguistas y que estos al correr en estampidas para salvaguardarse de los efectos del gas, era cuando Ledezma se reía a carcajadas, con morbo, con placer desde la unidad policial exclamaba desaforado: ¡corran ratas antidemocráticas! Y se reía estruendosamente al ver chorrear la sangre de los y las estudiantes hasta que le brotaban las lágrimas y tenías que darle agüita para que le pasara el ataque de carcajadas.
Cuentan además que en algo si era celoso Ledezma en sus funciones era que en los depósitos policiales hubiesen la cantidad de bombas, balas y demás municiones en cantidad indicadas y que siempre se estaba surtiendo para tener algunas municiones de reserva, por si acaso! Requería de los mandos de contar con agentes de porte atlético y con alta resistencia física.
Todos y toda esa dirigencia universitaria capitalina, que hoy ocupa espacio público e institucional en la Revolución y hasta muchos traidores y renegados que están sentado ahora con él en la Mesa de la Unidad Democrática todas y todos sufrieron con las actuaciones represivas de Ledezma, sus casas fueron allanadas, carcelazos y hasta muertos tiene en su palmare ese Ledezma, las universidades cercadas por la policía de entonces con sus unidades repletas de bombas lacrimógenas, de metras y rolos y muchas peinillas –sobre todo estas últimas- por si acaso algunas de mala calidad se partía en los glúteos o en las costillas de algún o de alguna estudiante.
Piar Sosa y Ledezma represores estudiantiles por excelencia, combinaban acciones para perturbar la tranquilidad universitaria.
Cuentan que la indignación de los y las estudiantes era tal que en una huelga de las de tantas, el avance la policía de Ledezma era tal, que cada vez era más cercados y cercadas los y las estudiantes al perímetro de Federación de Centros Universitarios de la Universidad Central de Venezuela quienes con su única arma poderosa de rayos laser era un desvencijado megáfono de mil batallas y las municiones eran las baterías de dicho aparato de sonido que se compraban haciendo colecta entre los y las estudiantes, pero es que Ledezma enloquecía cuando escuchaba de lejos el característico sonido del megáfono y daba su orden gritando con los ojos desorbitados: plomo! Denle plomo!
E inclusive cuando los estudiantes enarbolaban trapos o camisas blancas para socorrer a algún herido de las balas policiales o verificar si él o la estudiante había muerto era cuando Ledezma como narcotizado y desgañitado gritaba: aquí no hay tregua, aquí hay plomo y pal Dorado! Y sonaba el canto luctuoso de la ráfaga de ametralladora ordenada por Ledezma
Cuentan también que en una huelga estudiantil y ante el desproporcionado, injustificable e inmerecido trato de la policía de Ledezma hacia sus otros compañeros y otras compañeras de estudios la indignación de Jacqueline Farías fue tal que ante la impotencia y el avance sostenido de la policía de Ledezma ella llegó a quitarse un zapato y se lo lanzó a la policía pero sin efecto alguno puesto que alcanzó apenas la distancia de apenas 8 a 10 metros mientras la policía estaba a unos 30 metros disparando al aire pero al aire de los pulmones de los y las estudiantes. En tanto que Jorge Rodríguez dirigente estudiantil de la FCU con su sudada frente perifoneaba, mientras que los hermanos Villegas también con megáfono en mano y repartiendo volantes invitaban a los y a las estudiantes a no darle tregua a la oligarquía y luchar hasta conquistar la verdadera Democracia en Venezuela; aahhhh!, pero en el otro extremo de la ciudad capitalina –quien lo diría después- pero el bisoño de los Villegas, Ernesto Villegas se montaba sobre los bancos y pupitres del liceo donde estudiaba, sacaba la genuina estirpe de sus procreadores cuando convocaba a sus compañeritos y compañeritas de clases a luchar y a estudiar para alcanzar una sociedad justa y amante de la paz y a prepararnos de consciencia para jugar en términos mediatos un papel significativo en la historia.
Ahora bien, el Record Guinnes para Antonio Ledezma es por haber correteado por las calles de Caracas a más generaciones de estudiantes de liceos y universidades. Era muy, pero muy extraño ver a un estudiante con reumatismo o con un esguince porque si Ledezma se enteraba se hacía una presa fácil para este represor quien no descansaba de perseguir a los estudiantes hasta que los tuvieran “encanaos” –como acostumbraba a decir-.
Ahora en justicia, el merecido record de Antonio Ledezma es por represor! En su círculo de amistades en más de una oportunidad expresó palabras de halago hacia Augusto Pinochet a quien aspiraba a estrecharle la mano y de ser posible, darle un abrazo; ese general apátrida pro imperialista fue quien derrocó a Salvador Allende en Chile.
En éste año 2013, después de muchas lunas, sudores, lágrimas, muchos años después muertes de compañeros y compañeras con quienes compartimos en los pasillos de las universidades y liceos, consideramos que el verdadero juicio histórico es sacar a Ledezma de la Alcaldía Metropolitana y cuidado si no le sale juicio porque al entender de su correligionario y compañerito de partido AD, Ramos Allup, quien asevera que si se lanza el Código Orgánico Procesal hacia arriba y éste cae abierto en cualquier página, esos artículos, esos o todos, le corresponden como sanción a Antonio Ledezma.
Aboguemos por la buena salud de Antonio Ledezma y empecemos hacer justicia desde este fin de año y después no tengamos que lamentarnos que Ledezma por su avanzada edad purgue condena tan solo domiciliaria. Si le imploramos a María Lionza y a los espíritus de la sabana que den su parte y que paulatinamente hagan que se le vaya cayendo el cano cabello a ese hijo… de las tinieblas.