No todas las opiniones tienen el mismo peso cuando se pronuncian, existen personajes de personajes, pero cuando una persona que forma parte de la propia institucionalidad de Estado atenta contra el mismo Estado desde adentro, lo prudente es que para que esa opinión tenga peso es que ese funcionario se quite la investidura que lo ampara y de la cual se vale y desde el pódium del ejemplo hacer sus consideraciones del caso.
El “gobernador” de Lara hizo una declaración de guerra y el gobierno y el Estado –hasta por elemental intuición política- no podían dejar pasar por debajo de la mesa tal amenaza.
Audaz y decidida fue la acción política e institucional que hizo el presidente Nicolás Maduro quien emplazó públicamente al “gobernador” de Lara a ratificar o a retractarse cuando expresó que “el nuevo gobierno tiene que reinstitucionalizarse”, de lo contrario activaría los mecanismos institucionales para proceder a una investigación del caso.
Esto es evidencia incuestionable de estar consustanciado con una Gestión Pública Bolivariana; así como de continuar por el sendero de la coherencia con el proyecto, del apego a los principios, de exaltar el legado del Comandante Supremo Hugo Chávez, de la consciencia de la lucha de clases y exactitud meridiana del hilo histórico de dónde venimos por lo que Nicolás Maduro tendrá la responsabilidad histórica de radicalizar el proceso, radicalizar a las y a los cuadros, radicalizar la lucha y resistencia del pueblo y radicalizar la política y el régimen socioeconómico de forma estructural y superestructural a fondo.
Ahora hay que estar claro y clara: una actitud, es lo relativo a la refriega política por causar impacto en la opinión pública para cuestionar al gobierno y otra es dejar elementos perturbadores, zozobra, caos, como pasó con las estadísticas del Diario 2001 que porque cuatro gasolineras no “funcionaban en Caracas era servida por gotero la gasolina en la ciudad capital o en Venezuela”, que a la final también resultó que era falso porque todas las gasolineras estaban surtidas del combustible, la audacia es que se paró a tiempo el dardo envenenado de los cartelizados medios de “comunicación” de la oligarquía y se detuvo esa bola de nieve que venía cuesta abajo.
Volvamos al caso del “gobernador” de Lara, enfrascado también en el protagonismo personalista de la oposición, porque vale recordar que - entre los y las opositoras hay una lucha encarnizada, se desvelan por quién figura más en los medios pero al decir de una expresión autóctona del Zulia, el “gobernador” del estado Lara quedó como un “cebilluo” (aturdido y embadurnado de cebo maloliente) porque prefirió escribir la respuesta al presidente Maduro en vez de decirla a viva voz y en rueda de prensa porque de seguro iba a tartamudear y a rodar bien feo antes las preguntas de las y los periodistas.
La actuación del mandatario nacional, fue atinada, oportuna, adecuada, exigente y tan pronto salió la declaración inicial del “gobernador” aprovechó la ocasión del ejercicio de sus funciones e hizo público su emplazamiento; en la aclaración hecha por el “gobernador” de Lara en menos de 24 horas que fue el plazo dado por Maduro, es que hecha aún, los organismos jurisdiccionales han de abocarse a la investigación del caso.
La conducta y responsabilidad presidencial deja en alto la direccionalidad del gobierno y del Estado, este comportamiento ejemplarizante, además que es su deber, defender el Estado de Derecho, es contrario a la conducta distraída, de repente indolente e insensible de algunos funcionarios o funcionarias que en el ámbito de sus funciones al parecer se percatan de tal o cual anomalía, de tal o cual afectación, cuando el hecho en sí tiene proporciones inconmensurables y ya es una matriz de opinión pública antigubernamental, además que las dificultades para desentrañar y resolverlas luego se hacen cuesta arriba y las penurias las sufren a quienes se debe de servir con prontitud y decencia.
Hay tristes actuaciones en algunas jefaturas institucionales que para nada demuestran las alertas tempranas, ni tienen equipos para monitorear las alertas tempranas y dichas omisiones cuando perjudican a grandes conglomerados le restan credibilidad y buena fe en las responsabilidades institucionales y se convierten en un boomerang para el gobierno y la máxima magistratura.
Hay que interiorizar que estamos inmerso en una Guerra, que somos una de las partes contrincantes desplegadas en el terreno de la confrontación, tiene magnitud y carácter universal pero el contenido es nacional, los enemigos aliados al Imperio, tienen una fuerza descomunal, la ofensiva enemiga es de distintos calibres, es permanente, sin tregua y sin cuartel, las tácticas empleadas por las oligarquías son disímiles y unificadas tan sólo por la presencia de la Revolución Socialista Bolivariana.
El Comandante Supremo Hugo Chávez se echó sobre sus hombros responsabilidades que no eran suya, sus ojeras develaban su agotamiento y aunque nunca desmayó pero debemos ser autocríticos, se abusó del Comandante. Pero hay que inyectar un nuevo vigor, un nuevo furor, quienes estuvieron cerca de él, corrijan a tiempo con formación ideopolítica el entramado institucional y exigir que cada quien que haga su parte.
Luego de malas gestiones institucionales no vale Santa Lucía. Hay que estar ojo avizor porque la política es cálculo interactivo: planifica Ud. así como planifica el adversario, planifica el adversario y planifica Ud., obtendrá la victoria uno de ambos, todo será debido a la constancia, la inteligencia, la visión táctica y estratégica, además de concienciar como organizar al pueblo; aunque no es motivo de análisis en esta oportunidad, pero hay conflicto o conflictos que se provocan deliberadamente con riesgo calculado y con el respectivo control de daños para evaluar la capacidad del contrincante para luego emprender las batallas parciales o la batalla final.