La primera lectura del reciente artículo de Maryclen Stelling, aun cuando el objetivo principal parece ser el hacer referencia, además justificar y ponderar la iniciativa del presidente Maduro de convocar, para luego del 8D a un diálogo nacional a todos los alcaldes y alcaldesas que resulten electos sean chavistas o no- me dejó una extraña sensación de mareo que me ha obligado a releerlo para despejar dudas. Una segunda lectura me aclara esa primera y vaga inquietud de inestabilidad. No fue por el esfuerzo de un lego en dilucidar los conceptos sociológicos allí expuestos, no Wikipedia lo sabe todo-. Tampoco la prosa de nuestra estudiosa de la comunicación, tampoco la sintaxis. El problema no es gramatical, es de otro orden
¡Político! el asunto es político y sorprendentemente se le ha escapado a nuestra analista que, quizá distraída por los referentes intelectuales que interpretan lo social, ha olvidado que, como dijo aquel, se trata de transformar y no de interpretar y es precisamente lo político lo que esta en juego en estos momentos previos a las elecciones. Elecciones que configuran un combate incruento pero decisivo en el cual es imperativo que la Revolución, en el peor de los casos, no seda terreno al ENEMIGO. Sí Maryclen, como lo oyes, o mejor dicho, como lo lees, aunque te parezca horrible la palabrita. Lo que ha estado planteado en el país desde hace mucho tiempo es una LUCHA DE CLASES y en ella no tienen cabida ni las medias tintas ni los eufemismos.
Conceptos como escuálidos, hordas, chavistas, burguesitos, saqueadores, usureros, corruptos -dices tú que-, constituyen un ejercicio de violencia simbólica y suponen una construcción identitaria estigmatizadora y de desconocimiento de la diversidad política. Guau. En el contexto se entiende tu firme rechazo a esas formas estigmatizadoras del otro. Con lo de escuálido, que por cierto muchos en la oposición lo asumen y han llevado con orgullo en sus franelas, tengo dudas pero, ¿cómo puede llamársele a los dueños de fábricas, grandes tiendas y medios de información, que aparte de haber amasado grandes fortunas parasitando la riqueza del país, especulan, acaparan, remarcan precios, trafican, estafan, roban, incitan a descargar la arrechera y cometen todo tipo de tropelías?
Alguien habló de la justicia simulada como la peor de las injusticias. A pocos días de las elecciones, en aras de hacer un llamado imparcial y equilibrado, hablar de práctica simplista [de etiquetarnos] que se sostiene en la moral de buenos versus malos en una atmósfera de chivo expiatorio, es consciente o no- hacerle el juego al enemigo que si ha estado etiquetándonos con las más despectivas y groseras descalificaciones. No somos nosotros los que practicamos la violencia. Es la oposición la que ha mantenido una actitud abiertamente fascista y violenta, nada simbólica. Y no podemos decir ni hacer nada que nos desmovilice o nos desarme en el momento que demanda de nosotros más atención ante cualquier intento de acción criminal para desconocer la voluntad popular el próximo 8D.
Mis respetos.