Luego del triunfo de Nicolás Maduro el 14 de abril, el cual no solamente fue y sigue siendo cuestionado por la oposición, pues todos sus plumarios de oficio, sin excepción alguna, no han descansado en sostener, sin prueba alguna, como (recordemos) así ha ocurrido en estos últimos catorce años, en calificar al CNE en un organismo al servicio del chavismo y por ello ha hecho de la trampa y del fraude sus únicos objetivos para impedir que la oposición muestre su “inmensa fuerza” electoral.
Así vemos cómo la periodista Gloria Cuenca, comunista de larga data, hasta que optó por aliarse con la derecha fascista hace algunos cuantos años atrás (creemos que hasta que sucedió el Carmonazo), escribió esto el 29 de abril último frente al triunfo de Maduro*: “No nos queda otro remedio que pensar mal y ahora sí, perder la confianza en el CNE. Sí estimados y contradictorios lectores, muy difícilmente, creeremos en el futuro en semejante organismo.”
Traemos a colación en este importante momento electoral el nombre de esa señora porque si bien eso lo dijo hace escasos meses, hoy 08/11 nos sorprende con este artículo que publica el diario Ultimas Noticias bajo el título “Efecto Pilatos”, cuyo contenido nos deja estupefactos, pues nunca antes había llegado a nuestras manos un auto retrato tan fiel y exacto que no podemos dejar de compartirlo con los amigos de Aporrea, pues más que risa, les confesamos, nos produce inmensa lástima que un ser humano llegue a tanta degradación moral y ética...
No vale añadirle a este escrito de la Cuenca ningún comentario, pues el contenido del mismo es suficiente para ver hasta dónde es posible que llegue un ser humano que decidió aliarse con las políticas del fascismo más puro.
Leamos, pues, sus contradictorias posturas en este día histórico, cuyas consecuencias pareciera que ya le producen la mayor de las angustias:
“Decía mi padre que existen personas -él las conocía- que pretenden pasar por la vida sin comprometerse con nada ni con nadie. Creen que pueden eludir responsabilidades cuando no actúan, se abstienen o no opinan. Lo llamaba el “efecto Pilatos”. Por la actitud del mismo tipo que tuvo Poncio Pilatos ante los requerimientos del Sanedrin, los sacerdotes judíos, para que tomara una decisión con relación a Jesús de Nazaret.
Los gobernantes romanos, allí presentes, también lo presionaron, y él, tranquilamente, “se lavó las manos” en señal de que no participaría en la decisión: ni a favor ni en contra. Fue en esa circunstancia que se hizo común decir de la gente que no toma partido: “Se lavó las manos como Pilatos”.
Ese tipo de gente, que piensa que puede sacudirse los retos y desafíos que la vida pone constantemente, es porque en su desinformación no se dan cuenta, ¡triste historia la Poncio Pilatos!, que ha surgido sobre esa especie humana, que conocemos desde que muy pronto, cuando empezamos a estudiar la vida de Cristo en el colegio, para hacer la Primera Comunión. Igual ocurre con la abstención. La gente se cree que por ir a votar no tiene, ni tendrá, nada que ver con lo que ocurre, para bien o para mal.
Con toda tranquilidad dicen “no voté”, “no tengo nada que ver”. Sin embargo, la hipercrítica, a la que se dedican con afán, no la suspenden. Mucha de esa gente habla mal: del Gobierno, de la oposición, de los políticos, de la sociedad civil, de las marchas. De las trancas, de lo que se hace y lo que se deja de hacer. Pues bien, muchos de esos ejemplares son abstencionistas obstinados. No votarán, hoy domingo, porque no creen en nada. Ni en unos, ni en otros.
A mi francamente, me da una cierta vergüenza cuando los escucho hablar al respecto y especialmente al “pontificar” sobre lo que se debería hacer, decir, divulgar, informar y comunicar. También son cansones dando clases de “politiquería”. Resulta que saben más que todo el mundo; algunos son un fracaso viviente, otros nunca han tenido la más mínima práctica política y dan consejos a “diestra y siniestra”, sin el mínimo rubor ni conocimiento de lo que hablan. Se les ocurre dar lecciones de ética, política, historia y geografía, entre otros temas, para mortificación de muchos y angustia de otros. ¡Los demócratas a votar! No queremos Pilatos a estas alturas”.
¿Qué les parece?
La Cuenca se ha retractado en tan poco tiempo y hoy, ¿es que, acaso, ya sí cree en el árbitro electoral?
(*) Tomado de la página: http://gloriacuenca.blogspot.com/