La basura como discurso

Uno no sabe si es que son muy inteligentes, o gozan de tanta estulticia como quienes los eligen, pero los alcaldes de la oposición electos en las llamadas joyas de la corona (clase de pendejada ésta) han logrado lo que ningún otro político en la historia: sustituir promesas huecas y frases politiqueras por un discurso simple, tácito, escueto, convincente, lapidario, eficaz, irónico, lacónico y perfumado, compuesto por miles de bolsas de basura dejadas al olvido en las principales calles y avenidas de tan libres urbes, o como dijera ante el triunfo de la basura el poeta Manuel Rosales desde su exilio dorado (y ahora refinanciado): Maracaibo alza vuelo! Sigue siendo crisol de Libertad y Justicia Social.

Pedirle a la oposición que emita un voto consciente más allá del odio, parece imposible. Pero creer que podían al menos evaluar las gestiones por las cuáles iban a votar, era un sueño. Así, los caminos de la libertad fueron otra vez aceras llenas de huecos y bolsas de basura, transitadas por jóvenes y viejos que gritaban abajo la dictadura, mientras esquivaban los malolientes resultados de la gestión que aprobarían en las decimonovenas elecciones del régimen.

La basura entonces se ha convertido en su discurso político, método de protesta, leit motiv, en su ideología. Si la libertad de expresión se ve amenazada, dejemos de recoger la basura por tres días. Si la sacrosanta propiedad privada y la libertad de empresa son atacadas por el combate a la especulación, una semana de basura al menos. Si no les dan la libertad a los presos políticos enfermos de cáncer para que se curen al cruzar las puertas de los reclusorios, dos semanas de gusanos y moscas. Y en Maracaibo, si te metéis con Manuel o Eveling, un mes con el basurero te caláis.

Suerte que la reunión del presidente Maduro con los alcaldes y gobernadores de la oposición fue en Miraflores, porque si no cada intervención hubiera sido un pipote de basura lanzado en medio de tan impolutos salones. La retórica de su discurso parece simple pero refleja tanta grandeza como los líderes que la proponen: somos una basura, nuestros adversarios también, ergo vivamos en la basura.

Por su parte se han equivocado los sesudos analistas. No es que el discurso de la oposición sea una basura sin sentido ni coherencia, sin memoria histórica, con muestras de Alzheimer político; es que la basura es su discurso. Punto.

Los ciudadanos de la oposición, por su parte, asumen con estoicismo su sacrificio: no bajar los vidrios de los carros, pañuelos en la nariz a la hora de trotar o caminar hasta la panadería a comprar baguettes y vino, al mejor estilo parisién, o la mejor y más clasista de las medidas, envolver con maternal cuidado las bolsas de desperdicios, llevarlas en sus lujosos autos hasta los contenedores en zonas de las clases bajas. Total, hasta chavistas deben ser y todos saben que si la basura no se recoge es por culpa de Chávez, perdón, de Maduro que no le da a Eveling, Ocariz, Ledezma, Falcón, Capriles los recursos suficientes por estar regalándoselos a Cuba, en vez de mandarles la basura a estos tipejos de la isla.

Nunca antes tantos lucharon por la libertad, dicen los opositores, y si San Mandela pudo, nosotros podemos también. Nunca una libertad fue tan hedionda, decimos nosotros, mientras espantamos a los gatos que libremente juguetean con las libérrimas bolsas de basura llenas de discurso, gusanos y moscas que en imperceptibles voces gritan ¡Viva la Libertad!

Rafael Boscán Arrieta

Periodista y docente universitario

boscan2007@gmail.com

@raboscandanga



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