Y me eché a aprender el trabajo elemental de los hombres elementales. Luego tuve mi primera pala y tomé el agua silvestre de los trabajadores .
Roberto Fernández Retamar
A finales del pasado mes de enero el país entero asistió esperanzado a una reunión impensable años atrás: por invitación del presidente Maduro se dieron cita en el palacio de Miraflores, alcaldes y gobernadores de la oposición junto a sus homólogos chavistas, - tirios y troyanos pues- .
La paz y la seguridad tan anhelada por todos justificaba omitir cualquier diferencia ideológica; en el ínterin algunos aprovecharon para rendirse a los pies del líder y otros le reconocieron tácitamente con su presencia.
Este elemento, sumado a la campaña para acabar con la especulación y el triunfo en las cercanas elecciones municipales, consolidó indefectiblemente el liderazgo de un recién estrenado presidente a quién hemos visto crecer día a día con acciones necesarias de eficiencia y solidez, al extremo de ser ya una referencia en sí mismo, a pesar del legado inconmensurable que recibió.
Poco a poco se fue alejando la angustia que anidaba en mi pecho desde la enfermedad del Comandante.
Otra noticia importante en el contexto señalado lo constituyó el informe de Latinobarómetro 2013, que ubicó a Venezuela como el primer país en términos de apoyo a la democracia con un 87 % de reconocimiento. Ante el resultado innegable sólo agregarían: Aquí los venezolanos no están hablando de su calidad institucional y normativa, sino más bien de la manera en como la población se siente incluida en la ciudadanía política y social... Chávez le dio al pueblo venezolano bienes políticos de los que carecía. El espaldarazo final lo daría el éxito de la pasada cumbre de la Celac.
Esta consolidación del liderazgo del primer presidente Chavista no resultó para nada conveniente a los artífices de la mal llamada Primavera Árabe, o el otoño de rebatiña y sangre por petróleo, como realmente debería llamarse.
La ocasión ameritaba entonces la utilización de un nuevo apátrida, Judas Iscariote de la patria y de su otrora compañero de partido: Capriles R., ya devenido en desechable coleto una vez exprimido todo el potencial de caballo de Troya que alguna vez pudo tener. Para rematarle con la estocada final del abandono aprovechan para acusarle nada más y nada menos del infame crimen de tener totona. ¡Que pena con ese señor! .
Abanderado ya en su papel de traidor, el nuevo Marco Junio Brutus López venezolano, comenzó entonces la apertura del show de instigación a la violencia, cual gata de maría ramos, aquella que tira la piedra y esconde la mano y cuyos resultados de estupidez y violencia es harto conocido estos días.
Los hijos de Plaza Altamira tienen el protagonismo para la guarimba, el incendio y los asesinatos -su posición económica les permite no trabajar y faltar a clases- sus adláteres mayores tienen el protagonismo para justificar la mentira ante el mundo con fotos trucadas de otros países, para hacernos guerra informática y para mover una opinión internacional absolutamente desconocedora de la realidad venezolana, porque les cuesta creer el protagonismo de los pobres en este proceso revolucionario.
En medio de la pacífica violencia desatada, la ridiculez de sus argumentos nos deja sin aliento y la magnitud de sus daños nos llenan de asombro, porque esa misma opinión internacional que hoy nos condena, sabe que en sus países el simple acto de romper un afiche o lanzar un zapatazo le ha costado la cárcel a no pocos ciudadanos.
Aquí, un chico que saltó la barricada de policías pasando por encima de sus cabezas, se justificó con lo que él dice es su derecho al libre tránsito, según el artículo 68 de la Constitución. Este mismo joven se quejaba con voz afeminada, al momento de su liberación, de haber tenido las esposas un poco apretadas.
Jóvenes con el odio y la inmadurez como bandera que, una vez usados por sus titiriteros del norte y perdidos los semestres o trimestres que correspondan en sus universidades, serán abandonados hasta la próxima protesta.
Jóvenes escudados para delinquir tras la máscara de Anonymous -que curiosamente simboliza la cara de Guy Fawkes, un personaje considerado como uno de los grandes traidores de la historia y que participó en la conspiración de la pólvora en Inglaterra-.
Quienes nos encapuchábamos en los años 80 lo hacíamos por defender causas justas en un país con profundas desigualdades donde los bebés pobres tomaban teteros de espagueti y miles de venezolanos se acostaban sin comer. Luchábamos por el medio pasaje estudiantil, las providencias, el HCM para estudiantes, el cupo en las universidades y por la vida. La respuesta del Estado era masacrar la disidencia y asesinar o encarcelar a los estudiantes que protestaban.
Diferencias profundas con quienes dicen hoy defender libertades y que se comportan como los hombres del mito de la caverna de Platón, enceguecidos de oscuridad e ignorancia.
Los alcaldes y gobernadores de oposición por su parte, tienen una oportunidad de oro para demostrar hipocresía o verdad.
Nuestro camarada presidente tiene y estoy segura de que así lo hará, la ineluctable tarea de detener de una vez estos focos, y nosotros los hijos de Chávez, comprometidos con la Patria, la paz y la vida, el compromiso de apoyarle allí donde se requiera.
Creo también que los espacios del este del este deben ser colonizados urgentemente con la misión vivienda, la misión Sucre, Ribas y cualquier otra que acerque las clases populares a esos sectores porque Venezuela es de todos.
Las instituciones estratégicas como VTV y Telesur, deben ser mudadas a zonas más seguras para no seguir poniendo nosotros los muertos mientras ellos exorcizan su odio.
Propongo además que se haga un archivo con las fotos trucadas tomadas de otros países y las difundamos al exterior y que la tropa de tuiteros haga una campaña masiva de difusión de estas fotos para el mundo. Hoy más que nunca vacilar es perdernos y el compromiso ineludible. Alea iacta est.
Morella Barreto M.