Paz
¡Se nos vinos el mundo encima! El Presidente Nicolás Maduro nos invitó a la Conferencia Nacional por la Paz y no fuimos. No fuimos porque nosotros somos más arrechos que la cámara que tenía Pastor Heydra para fotografiar a José Vicente Rangel. ¡Qué bolas! Nos llaman para hablar de paz y no vamos. Y en cambio allí estaba el polarizado Lorenzo Mendoza, seguro que si nos hubiese invitado él, hubiésemos sido los primeros en llegar, porque así somos nosotros, más pretenciosos que el carajo. También estaba allí el compañero Jorge Roig, Presidente de Fedecámaras, en cambio nosotros no fuimos porque la paz nos importa un carajo, así seguro que están diciendo muchos de las personas que todavía creen en nosotros. Claro, nosotros todavía estamos esperando que estas guarimbas tumben de una vez a Maduro para ver si por fin, pegamos una y dejamos esa pendejada de que si, de que no, de no se qué decirte, menos mal que todavía queda gente ignorante por allí que nos defienda. Si defendemos al general de la Guaya, somos capaces de defender cualquier vaina.
Ahora, gracias al chavismo, y esa vaina hay que reconocerla, el país se llenó de gente valiente. Gente que antes era incapaz de decir esta boca es mía frente a Carlos Andrés Pérez, a Caldera, a Lusinchi, ahora van y se paran y dicen las guebonadas que les da la gana porque saben que el régimen no les va a hacer nada, y lo dicen allí, en Miraflores, “cuando en mis tiempos”, dijo el papá de Margot, cuando vio al motorizado y después a la estudiante hablando allí donde estaban Lorenzo polarizado y Jorge fedecamarado, es una vaina que no se cree. Pero nos hacemos los locos, porque estamos seguros de que al llegar al poder nosotros se acabó esa vaina de esas invitaciones y los pobres a la mierda y se te he visto no me acuerdo y a pagar educación, salud, vivienda, y no jodan más, y vayan a votar que aquí tienen su plancha de zinc, porque así lo hicimos en la IV y no hablemos paja.
Se perdió una oportunidad para hacerle creer a la gente que nosotros confiamos en la paz y el diálogo y esas pendejadas que nada importan, pero hay que cuidar las apariencias. Nada nos costaba estar allí, eso sí, firmes en nuestra idea de tomar el poder por asalto o por guarimbas y sin elecciones.
El papá de Margot cuando escuchó a Ricardo Sánchez hablar dijo: “¿Quién me iba a decir a mí que este muchacho iba a hablar mejor que el escuálido de Vladimir Villegas?” Se puso de pie, apagó el televisor, se metió las manos entre los bolsillos y caminó al cuarto, se sacó la mano derecha, agarró la puerta y le metió un coñazo tan duro, que el vecino gritó: “Vamos a dialogar, carajo”.
- Yo, yo que tanto lloré por tus besos.- Me canta Margot