Hace días alguien muy agudo decía que era tan evidente la construcción de una nueva gramática política en Venezuela que, sin que la gente hablara del tema, sabías rápidamente en que lado de la talanquera se encontraba. Y me imagino a que talanquera se refería.
No la que desarticula la ciudad aislando urbanizaciones de barrios, y menos aún la que separa a los, imperturbablemente repetitivos, funcionarios del gobierno, de los que los criticamos con franqueza. Asumo que hablaba de la talanquera que está construida como un, relativamente bajo, pero sólido, muro de piedra, separando en campos definidos dos concepciones opuestas del Estado y la Sociedad.
Este muro ofrece al caminante un horizonte a su lado izquierdo y otro por el derecho. Uno conmueve el otro deslumbra, y difieren como el sueño del delirio, cosa que no todos entienden. Por eso la baja altura del muro que los separa. Lo puedes saltar sólo con tu decisión personal, pero hacerlo, siempre constituye un acto solitario y riesgoso.
Supongo que será por los retortijones que le producen, a los que algunas vez fueron militantes del socialismo (que son los que normalmente lo saltan), adentrarse en los campos del capitalismo, que muchos optan por encaramarse en el muro, siguiéndolo como si de otra vía se tratara.
A esos ilusionistas que allí se exhiben pretendiendo hacer creer que ellos son moderados, les repito lo que decía Trotsky, refiriéndose a los que en épocas de revoluciones se colocan en lo alto de las murallas, sólo sirven de guías a la reacción…
Ahora, en tiempos de afanosos llamados a la conciliación nacional, como si conciliar con enajenados fuera posible, ese muro se ha convertido en concurrido lugar de oportunistas. Desde allí llaman a cualquier cosa, por ejemplo, a la pluralidad en los medios oficiales de comunicación... Me hizo recordar aquellos tiempos en que Granier decía que, la izquierda no tenía cabida en El Diario de Caracas porque en el país la izquierda estaba electoralmente derrotada...
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