El padecimiento de delirio enfermizo, impropio del funcionamiento de la razón, identificado por la realización de actos destructivos ha sido definido como “locura”.
Con preocupación observamos cómo este cuadro patológico se viene haciendo presente en sectores de la clase media en nuestro país que habitan en las zonas más privilegiadas de nuestras ciudades.
Así, quienes presentan ese cuadro han venido justificando acciones como: tranca de vías, quema de basura, agresiones a transeúntes y autoridades, daños al patrimonio públicos, incluso el asesinato de personas.
Una cosa es oponerse al Presidente constitucional y democráticamente electo, adversar en el terreno de las ideas a quienes creen en el Socialismo y argumentar que Chávez fundó un modelo político y social errado y otra muy distinta es enfrentar al estado y sus leyes, promover un estado de caos y anarquía en las comunidades y crear escenarios de violencia que deja saldos de muertos y heridos.
Antes, en la época de la cuarta república e incluso antes todavía, la violencia acompañada de no pocas dosis de locura estaba en el campo del pueblo mayoritario, del pueblo excluido, de quienes apostaban a que la inmensa riqueza petrolera del país también beneficiara a los más humildes, a las grandes mayorías que permanecían excluidas permanentemente. Los aparatos del Estado que tenían el monopolio de la violencia (cuerpos de policía, FF AA, cuerpos de inteligencia: SIFA, DIGEPOL, DISIP, etc.), en ese entonces, cumplieron cabalmente el papel de resguardar esa “democracia” que hasta llegó a decirse que era un modelo en Latinoamérica.
Ahora, en estos tiempos en los que algunos ya nos quieren convencer que estamos en la 6ta y en el que muchos creemos que nos mantenemos en el proceso de construcción del Socialismo con nuestras particularidades pero esencialmente con el legado de Hugo Chávez, vemos actuaciones de los cuerpos de seguridad del estado, especialmente de la Guardia nacional Bolivariana que rompe con los esquemas del pasado. Así se contabilizan ya dos GNB asesinados y varios de ellos sometidos a la justicia, por el sistema judicial venezolano, señalados de atentar contra los derechos humanos de quienes realizan protestas violentas disfrazadas de pacíficas.
Sin embargo, la matriz de opinión que internacionalmente han impuesto, con apoyo imperial indudablemente, es la de que cuerpos de seguridad del estado represores atentan indiscriminadamente contra los derechos humanos de “jóvenes estudiantes” que intentan ejercer pacíficamente su derecho a protestar contra un gobierno dictatorial.
No están locos ni padecen locura los que maquinaron semejante plan, es un error empeñarnos en señalarlos en tal sentido, sí es muy cierto que han inoculado locura a una base del pueblo que tiene derecho a oponerse al gobierno, como lo ha venido haciendo durante bastante tiempo.
Cordura le sobre a María Corina Machado, Leopoldo López, Antonio Ledezma, Henrique Capriles Radonsky, etc. y a quienes viene ejecutando desde el 12 F el plan desestabilizador del gobierno de Nicolás Maduro, enmarcado en una estrategia de mediano plazo para finalmente clavarle la estocada a la revolución bolivariana y acabar con el sueño de una Patria libre, soberana, independiente y socialista que ofrezca a su pueblo la mayor suma de felicidad posible.
Con Chávez, Maduro y el Pueblo Socialismo seguro.