La Conferencia Episcopal Venezolana (CEV) se había mantenido un poco al margen de los acontecimientos de subversión terrorista que se vienen sucediendo en el país desde el 12 de febrero, por lo menos en lo que se refiere a las declaraciones públicas, aunque es de suponer una intensa actividad entre bambalinas con todos los participantes en la oposición al Gobierno Nacional.
En un momento pensamos que esta "timidez declarativa", se debía a una posición de sumisión ante el nuevo Papa, pero los últimos acontecimientos hacen pensar que no es así, ya que o no acatan las decisiones o políticas de la congregación a la que pertenece el Papa, o Roma ha dado alguna venia a sus representantes en la tierra venezolana para que expresen su tradicional posición antigobierno ya que últimamente hemos visto un incremento de sus declaraciones tanto en la cantidad de ellas, como al reconcomio, acritud de los mismos y posición anti popular.
Son de mencionar las declaraciones del Obispo Ovidio Pérez Morales quien se fue por el medio de la calle y simplemente pidió la formación de un gobierno de transición (sic) sin estar planteándose exquisiteces democráticas como aquella que, a diferencia de las autoridades eclesiásticas, el gobierno nacional fue electo en consulta nacional.
El desconocimiento de la legalidad y los procesos democráticos del país, los cuales no son un invento venezolano sino que se inscriben dentro de los procesos políticos burgueses, es una constante en las declaraciones de la iglesia venezolana y se ajustan simétricamente con las declaraciones nacionales e internacionales de la derecha contra nuestro país.
Pero las últimas posiciones de la Iglesia expresadas en el comunicado emitido el 2 del presente mes considero que son de antología porque en ellas se define una posición más política que mensaje de fe, más de confrontación que de reconciliación, más de autoritarismo que de hermandad, porque simplemente demuestran que no son capaces de ver toda la realidad social venezolana, sino que las almas que ellos están dispuestos a salvar en el país deben pertenecer a las clases excluyentes y a las poderosas económicamente hablando, por lo que es imposible coincidir con el Gobierno Nacional que elabora políticas para la nación en general, con énfasis en los desposeídos.
Con su posición igualmente la propia Conferencia Episcopal se descalifica como facilitador de la paz, contrariando de esa manera los deseos de El Vaticano.
En primer término la Conferencia Episcopal reconoce que la situación de violencia surge a partir del 12 de febrero, por lo que habría que concluir que antes de esa fecha el país no enfrentaba una situación de crisis. Pero el 12 de febrero lo que hubo fue un llamado violento y terrorista para derrocar al Presidente electo Nicolás Maduro, lo cual es democráticamente inaceptable y ellos debieron señalarlo. Y ninguna manifestación que plantee imponer la salida del Presidente por vías no democráticas, forzando su renuncia puede ser considerada pacifica estando el gobierno en la obligación de defender el Estado de Derecho.
Seguidamente señala la Conferencia Episcopal algo que es sorprendente y que no ha sido reseñado por ninguno de los grupos de extrema derecha que participan en estas manifestaciones terroristas, como es que la causa fundamental del terrorismo, (que ellos llaman crisis), es el “Plan de la Patria” del Presidente Chávez, “… detrás del cual se esconde la promoción de un sistema de gobierno de corte totalitario, que pone en duda su perfil democrático…”. ! O sea que nuevamente la culpa la tiene Chávez ¡
Hay que indicarle a estos señores curas que una de las características de ese Plan es que es público y sus lineamientos iníciales fueron ampliamente divulgados, donde todos los venezolanos tienen o tendrán la posibilidad de participar en él y realizar sus observaciones, por lo que no es totalitario sino participativo y democrático, mucho más que cualquier Plan que se haya realizado en la IV República los cuales eran “cuadrados” con los lineamientos del Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, etc., imponiéndonos condiciones que sometían el país a los humillantes intereses de los Estados Unidos y aunque estas instituciones adoran al Dios Dinero, nuestra Conferencia Episcopal jamás defendió ante ellas ni la fe cristiana centrada en el hombre ni defendió los intereses de la población venezolana.
El Plan de la Patria es un Plan venezolano, que será hecho por venezolanos, para Venezuela y ajustado a nuestra cultura y creencias. La Conferencia Episcopal abusa cuando hace planteamientos que no están contemplados ni nunca lo estarán en el, como sería la represión de las costumbres religiosas o la fe del pueblo, lo cual suponemos es lo que le daría un carácter “totalitario”. El Plan de la Patria lo concibió el Presidente Chávez para enriquecer la vida venezolana no para empobrecerla.
Pero el 19 de marzo, de este mismo año en plena ejecución del plan terrorista, sucedió un acontecimiento que retrata el verdadero carácter democrático y de amplio criterio en todos los aspectos de la vida del país del gobierno socialista, acontecimiento al cual el gobierno por cierto no le da la suficiente divulgación internacional y nacional, como fue que tal como informó la Asociación Venezolana de Educación Católica (AVEC): “… El Ministro Héctor Rodríguez, en representación del Ejecutivo Nacional y la Lic. Trina Carmona, Presidenta de la AVEC firmaron el Convenio con el que se beneficiarán 474.865 niños, niñas y adolescentes de los 941 Centros “Participantes” que atienden la población estudiantil de bajos recursos a lo ancho del país.” Casi nada, esto no es simulación como ellos nos acusan, es un hecho real y sí podría tomarse como un totalitarismo: Todo para la Iglesia.
Aunque un hecho como este bastaría para que hombres de buena fe reconocieran los esfuerzos incansables que realiza el Gobierno por controlar el terrorismo y sumarían a la iglesia con un mensaje inequívoco de paz y de respeto a la Constitución, ello no ocurre, por el contrario se insiste en agredir al Gobierno Nacional.
También debería la propia Conferencia determinar si en este caso han caído en la violación del octavo mandamiento “no levantar falso testimonio ni mentir”, porque al señalar que el Presidente Hugo Chávez mantenía ocultas intenciones contra el pueblo al plantear el Plan de la Patria, lastima el recuerdo de un hombre que viajo mil veces por todos los caminos de Venezuela llevando en una mano un librito de la Constitución y en la otra un Cristo, como el mismo decía, el Cristo Redentor, para inculcar la paz en todos nosotros.
Seguidamente señalan una cantidad de otras causas de la violencia terrorista, distintas al Plan de la Patria, destacando así el carácter por lo menos demagógico de sus planteamientos y que los ubica simplemente como opositores del gobierno venezolano. Entre esas “otras causas” tenemos “la importación de toda clase de productos” (sic), lo cual debe saberse es una condición histórica que hemos heredado en la construcción del socialismo, ya que nuestra burguesía es una burguesía importadora y nunca se ha centrado en la producción nacional. La iglesia nunca realizó la menor crítica a esto, solo la hace ahora cuando la utiliza como un argumento contra el gobierno nacional.
Otro elemento que señalan es “…la brutal represión de la disidencia política…”. La Conferencia Episcopal es parte de esa disidencia por lo que deberían señalar cuáles han sido las “brutales represiones” que ha sufrido de parte del Gobierno ya que tal como mostramos el los apoya en sus planes y otras iniciativas. De no señalarlas, uno pudiera pensar que están hablando paja.
En este comunicado la CEV entró disparando contra el gobierno y sale prácticamente apoyando al terrorismo cuando dice que se solidariza “… con la población de las ciudades que más han sufrido la violencia y los efectos de la militarización. Particularmente con los habitantes de San Cristóbal.” La Conferencia no pide, no exige la restitución del orden público, el acatamiento de la constitución y las leyes, el respeto a las autoridades legítimamente constituidas en todo el territorio nacional, sino que ¡Válgame Dios!, condena al Gobierno por hacerlas respetar.
Francisco tiene una gran tarea por delante con estos vetustos curas en Venezuela. Podría tratar de abrirles la mente para implantarles nuevas ideas más adecuadas al mensaje de Cristo y traerlos al buen camino o puede simplemente sustituirlos por curas más jóvenes que ya sepan cual es ese mensaje.
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