Las viudas y los viudos de la Cuarta República se han empeñado en prostituir y en consecuencia, desprestigiar un arma que por su sola características atesora y levanta, como decíamos antes, inequívocas muestras de admiración. Sólo la consideración que tenemos hacia la familia de Iván Simonovis nos impide carcajearnos de la huelga de hambre del excomisario de la extinta Policía Metropolitana. ¡Le duró lo que dura un ventarrón en la hamaca!
Apoyado en la alharaca que acostumbran las empresas de comunicación de la derecha, empezó su muy particular protesta el 27 de mayo. El objetivo: presionar para lograr la libertad y enterrar por segunda vez a sus víctimas del 11 de abril de 2002. Cuando la jueza Ada Marina de Armas, del Tribunal Primero de Ejecución del estado Aragua se pronunció y dijo que no era posible complacerlo, decidió reiniciar sus tres comidas. Entre una cosa y otra pasaron apenas cuatro días, tiempo escualidísimo que deja mucho que desear de quien dice tener razones de peso para ganarse a la opinión pública argumentando criterios de salud y, en consecuencia, de vida.
Mientras esperábamos el resultado del examen médico que le fue practicado por una junta médica conformada por el Gobierno y la oposición, mentalmente nos preparábamos para la segunda cuota de la huelga de hambre que nunca llegó y que nos despertó curiosidad hasta este domingo cuando Eleazar Díaz Rangel reveló que la esposa del ex PM tendría una copia del informe que ella ni nadie divulga.
Parece caber acá aquello de que a buen entendedor pocas palabras bastan.
¡Chávez vivela lucha sigue!