Confieso que el escribir sobre la forma como pudo haber sido asesinado nuestro eterno Comandante Hugo Chávez, me puso a pensar tantas cosas, el retomar los análisis sobre la actualidad política como lo he hecho me ha costado. Son tantos los temas y tantas las ideas que tengo, que el expresarlas no me ha sido nada fácil.
Quiero agradecer a todos los que se tomaron la gentileza de leer las 19 entregas del trabajo “De cómo pudo haber sido asesinado Hugo Chávez”. Muchas muestras de apoyo, de solidaridad, de aprecio; por otro lado, muestras de odio, ignorancia, estulticia que no amilanan mi espíritu ni un ápice. Que me hayan dicho loco, demente, trastornado estaba dentro de mis cálculos y por eso no me sorprendo. Afortunadamente, y es bueno que lo sepan los que me atacan, no soy el único que sostiene la tesis del magnicidio biológico de Hugo Chávez. En las redes se consiguen mucho más trabajos de bioarmas y guerra biológica mucho más interesantes, y que en otra oportunidad me permitiré recomendarlos. No ha sido mi intención sustituir un trabajo científico, de necropsia y de anatomía patológica en el caso de la muerte del líder de la Revolución Bolivariana, pero ignorar un conjunto de hechos y contextos revelan una ignorancia supina a la cual he tenido que salirle al paso en algunas ocasiones.
Pero no es de eso que quiero referirme en este artículo, sino retomar los temas de la actualidad nacional, lo ideológico y lo político, son muchos los temas en el tintero, pero me decidí a abrir con el tema del “Credo de Chávez”, recitado hace una semana por la delegada de nuestro Congreso del PSUV, María Estrella Uribe.
Dicha pieza artística, por el valor y significación que tiene, me voy a permitir transcribirla, se llama “La Oración del delegado”:
“Chávez nuestro que estas en el cielo,
En la tierra, en el mar y en nosotros los delegados y las delegadas
Santificado sea tu nombre
Venga a nosotros tu legado para llevarlo a los pueblos de aquí y de allá
Danos hoy tu luz para que nos guíe cada día
No nos dejes caer en la tentación del capitalismo
Más libranos de la maldad de la oligarquía como el delito del contrabando
Porque de nosotros y nosotras es la Patria, La Paz y la Vida
Por los siglos de los siglos. Amén. Viva Chávez”
Esta extraordinaria pieza artística, y es artística no porque la haya hecho una poetisa estereotipada o muy reconocida por la derecha. El arte se lo da esta extraordinaria intelectual orgánica que supo condensar y reflejar en unas pocas líneas el sentimiento y la conexión amorosa de un pueblo que aún a año y medio de la partida física de Hugo Chávez, lo amó, lo ama y lo seguirá amando más allá de esta vida.
Cuando la Conferencia Episcopal Venezolana y el Cardenal Jorge Urosa Sabino salió cuales hienas a condenar a una mujer humilde de nuestro pueblo, alegando pecados e idolatrías, no es porque a ellos les interesa realmente esta “oración”, este poema. La jerarquía de la Iglesia Católica Venezolana siempre se ha colocado al lado de los opresores, de los explotadores. Lamentablemente la Iglesia Católica siempre ha sido un sistema de control. Los revolucionarios y las revolucionarias, los y las socialistas debemos estar en contra de cualquier sistema de control que separe a los hombres y a las mujeres, a nuestra gente para manipularla.
¿Por qué nada dice la CEV acerca del uso de la imagen de la Virgen de la Rosa Mística en la Plaza Altamira en el año 2002 por parte de los militares golpistas “hasta que cayera el tirano”? ¿Por qué no se pronuncia la jerarquía eclesiástica sobre la guarimba, sobre la violencia de la MUD? ¿Por qué nada dice Monseñor Domingo Padrón del credo de Aquiles Nazoa? ¿O el de Laureano Màrquez? ¿O el credo de Pablo Neruda o el de Jorge Luis Borges dedicados a nuestro Padre Libertador? Incluso, la postura de Monseñor Mario Moronta, que tantas veces Hugo Chávez se expresó tan bien de él, nos causa sorpresa y estupor, al condenar a esta mujer de nuestro pueblo.
Esa jerarquía de la iglesia católica, esa Conferencia Episcopal está en contra del Chávez hijo del pueblo, del arañero humilde con espíritu guerrero cuya vida ha sido una flecha libertaria, un ardimiento, una llamarada patria con la voz de Bolívar.
La Conferencia Episcopal está en contra del Chávez hijo del pueblo, del soldado leal a su amor a los pobres, como Cristo, el valiente de aquel tiempo que combatió a los oligarcas que asesinaban a los nuestros. Están en contra del guerrillero con ideas de libertad y de unión de todos los pueblos de América y el mundo. Se oponen a aquel que su voz que renace hoy en todas las gargantas. Pretende la Conferencia Episcopal aplacar la fuerza indetenible que garantiza a la Patria la continuidad de esta gesta libertaria, pretenden matar al Chávez, eterno Comandante Presidente de todas y todos los humildes, de los oprimidos.
El pueblo venezolano cree en Chávez como abridor de caminos, como pionero de las nuevas batallas, de tantas y tantas victorias, en el Chávez que nos une a todos en un frenesí de patria indestructible, en el Chávez cuyas ideas se quedaran grabadas en nuestra sangre, en el Chávez pueblo. Esta gente pretende cerrarnos nuevamente el futuro inmediato de la patria liberada con su camino señalado, en la lealtad que le debemos a quien nos comanda para siempre con su verbo.
Enfurece a la Conferencia Episcopal Venezolana a los niños y niñas que ahora si pueden ir a la escuela y que crecerán bajo la luz constante de la enseñanza socialista. Pretenden asesinar la fuerza de nuestro amor que ha girado por el mundo dando una lección a esta humanidad doliente, al amor que nos incendia por dentro, y que será la barca que nos lleve a la victoria, unidos, siempre unidos en su rostro lleno de su severa sonrisa.
No sólo es esta jerarquía de la iglesia católica venezolana la que sataniza este sentido homenaje de una mujer de pueblo con sensibilidad a flor de piel por nuestro eterno líder, sino de esta oligarquía toda que nos dice que “dejemos descansar en paz a Chávez”, “Chávez está muerto”. Pues que equivocados están, el pensamiento de Hugo Chávez, que es el mismo de Simón Bolívar, están más vivos que nunca, y eso para esta gente es muy peligroso y le tienen miedo. Por eso, de nosotros depende que ese ardimiento y ese candelorio de patria siga encendido.
A ti, María Estrella Uribe, que eres como yo, que eres como mi pueblo, recibe un beso, un abrazo, y gracias por ese credo y oración del delegado, que debe ser el azimut que guíe todos los días nuestros pasos de ser un poco como el Gigante Chávez. De ser un tilín mejores, y un poco menos egoístas.
¡Bolívar y Chávez Viven, y sus luchas y la Patria que nos legaron siguen!
¡Hasta la Victoria Siempre!
¡Independencia y Patria Socialista!
¡Viviremos y Venceremos!