El sábado 11 de octubre el presidente Nicolás maduro anunció la creación de un sistema de seguridad que permita que el pueblo cuide al pueblo. A mi juicio, en esa materia, esa es la salida. No existen suficientes policías para que se encarguen de nosotros. Hace décadas concluimos que sólo ocupando los espacios con trabajo comunitario es como podemos hacer frente a la inseguridad. El trabajo que acompañamos en un par de comunidades, en tal sentido, dejó saldo positivo.
Hay otro tipo de seguridad que igualmente debemos poner en práctica las mujeres y hombres del pueblo bolivariano: la del conocimiento y la información en todos sus órdenes. Desde lo económico hasta lo jurídico. Debemos ser nuestros propios guías y maestros, apoyándonos en la ley. No es sano dejar toda la carga al Estado, dedicado a enfrentar la más sucia guerra que oposición alguna haya operado en la historia.
En lo jurídico, por ejemplo, debemos estar conscientes de que las firmas que sigue recogiendo la derecha para convocar una supuesta Asamblea Constituyente son nulas. Írritas. Inválidas e ilegítimas. El CNE ya lo dictaminó: el mecanismo que usa la oposición en la colecta de las rúbricas "no garantiza los principios de certeza, seguridad y pulcritud".
Es necesario tener presente la palabra del CNE, mantener claridad sobre lo turbio del proceso empleado por los golpistas y no creer nunca que si insisten es porque hacen lo correcto.
Donde escuchemos hablar de las fulanas firmas, debemos cumplir con el deber de plantear el debate. En buenos términos, claro, como revolucionarios que somos. Pero jamás callar, porque al hacer silencio entregamos fácilmente los espacios a la duda entre alguna gente nuestra que pueda ser sorprendida en su ingenuidad y buena fe.
Nuestra mejor carta es recordar públicamente que en 2004, quienes querían destituir a Hugo Chávez a través del referéndum, debieron plegarse a la ley para buscar las firmas. Hoy no tiene por qué ser diferente.
¡Chávez vive…la lucha sigue!
