Recordemos lo que señala la Constitución venezolana: Artículo 68. Los ciudadanos y ciudadanas tienen derecho a manifestar, pacíficamente y sin armas, sin otros requisitos que los que establezca la ley.
Por esto decimos, que las guarimbas, basadas en violecncia y uso de armas, fueron una expresión moderna de terrorismo urbano, se apoyaron en masas incautas de jóvenes y universitarios bajo un adoctrinamiento de sádico odio político contra los chavistas. Las guarimbas no han desaparecido totalmente, pueden volver a surgir porque tienen respaldo comunicacional, político y económico de diversos sectores nacionales y extranjeros.
La reciente designación de un personaje televisivo con verbo incendiario al frente de la MUD, muestra que la corriente agresiva de la derecha venezolana ha ganado espacios. Si la beligerante verborrea mediática de ese sujeto se extiende a sus nuevas funciones como actor político, morirá la posibilidad de reanudar el diálogo entre gobierno y oposición.
Por ahora, lo que luce más probable es la profundización de la polarización, la propaganda de guerra estimulada por la oposición, sabotaje económico para propiciar un estallido social. Mientras tanto, el nuevo secretario ejecutivo de la MUD, que más que jugará un papel secretarial administrativo antes que un papel político, contribuirá desde su irrelevante sitial con el desarrollo de una agenda conflictiva que fue determinada hace tiempo por factores que ni siquiera residen en Venezuela.
Si por suerte sobrevive la posibilidad del diálogo, no puede descartarse que en el futuro se otorguen beneficios penales a ciertos "políticos presos" que se arrepientan y se comprometan respetar la Constitución. De allí que veamos prudentemente optimismo que parte de la oposición ahora proponga una Asamblea Constituyente, lo cual es perfectamente democrático, en vez de guarimbas como mecanismo de coacción para hacer renunciar al Presidente.